Confesiones de una mente peligrosa

(O procedo a descolgar el espejo del baño para no verme la cara cada vez que me lavo las manos o dejo un registro acá para exorcisarlo. Me quedo con la opción A, porque todavía me acuerdo del desastre de la rejilla como para emprenderla con un espejo empotrado...)

En el fragor de la depresión después de *El Suceso* comenté a mis amigas que por un instante había vuelto a sentirme como la adolescente insegura que fui, me vi de pronto fea, gorda, aburrida... "Hasta me volvieron a salir los granos", grafiqué.

Me gustaría que mi organismo abandonara de una vez su existencia pre-metafórica, porque desde hace tres días me compañan dos granos ridículos en el mentón. (Es eso o la ingesta compulsiva de "manteca de maní", flagelo en el que he caído desde algún tiempo y que está fuera de control...)

Madre vs. los fenómenos proto-new age

Acabo de ver en aguafuertes castrenses (blog más que recomendable) la siguiente imagen:



Y me fui en viaje sin escalas al maravilloso momento en que Madre fue convencida por su entonces mejor amiga de participar de tal evento.

Cabe aclarar que el vínculo de Madre con la sacrosanta iglesia católica había terminado tras mi primera comunión (en la que con Madre hicimos roncha con nuestros ideales de sociedad civil cuando me presenté en la iglesia repleta de pequeñas "novias" ataviada con el guardapolvo blanco de la escuela), y de hecho, bastante antes, cuando en pleno proceso yo descubrí que la cosa no era para mí porque me hacían ir los sábados a hacer sopas de letras y pintar siluetas de jesucristo con crayón. En mi condición de hija mayor tuve que hacer el descubrimiento por vía experimental, mientras que mi hermano se cree muy pillo por no haber tenido que intentarlo, pues contaba ya con algunas premisas probadas para su silogismo deductivo. (Todo el proceso fue bastante pintoresco, si tenemos en cuenta que yo ya de niña era bastante cínica y desconfiada; de hecho la cosa era muy bizarra sobre todo en el momento de la confesión, situación que sólo podía atravesar a partir de urdir una maravillosa maraña de mentiras políticamente correctas porque no entendía por qué debía "confesar" mis pecados (que los tenía, claro...) a un "intermediario". )

Con perdón del excursus, prosigo. En algún momento de fines de los ochenta, principios de los noventa los Encuentros matrimoniales estuvieron muy "en boga"; cualquier pareja que se precie fue invitada a participar del revolucionario fenómeno. Ya expliqué que mi familia rara vez abandonaba la socialidad endogámica (ya les contaré del Club de expatriados del pueblo de papá), pero esta vez, Madre se sintió obligada a ceder ante la insistencia de su amiga y a los argumentos pro-fortalecimiento de la unidad familiar.

La cuestión es que un fin de semana Madre y Padre armaron sus bolsitos y partieron al encuentro. El relato que Madre hizo de esos días no tiene desperdicio, en especial la rutina de oraciones fingidas (a esta altura está claro que a todos nos gana el verosímil...) El encuentro tenía algo de "taller literario" y se traían como souvenires las tarjetitas y cartitas que se intercambiaban in situ. (Quiero aclarar como nota de color que Madre obligó, atinadamente, a Padre a cerrar la cuenta corriente que usaba para los pagos de la ferretería por su pertinaz incapacidad de escribir correctamente la cifra "cien" en letras... Imaginen los poemas dadaístas que éste componía.)

La conclusión, por supuesto, llegó desde el lado pragmático de Madre. Consultada por lo que conservaría como recuerdo del evento, respondía, con los ojos en blanco, que durante dos días no limpió, no cocinó y ni siquiera tuvo que hacer las camas... ¡Eso es un experiencia religiosa, carajo!

Mi mamá me mima

Para mantener el equilibrio bipolar, tras la serie de post depresivos sale uno pseudo humorístico. Ante todo, vale aclarar que el horno no está para bollos, de hecho aún no me recupero del descubrimiento del Falso Marco, porque la verdad, la teoría del Marco se resquebraja hasta volverse prácticamente insostenible... ¿Y si no hubiera Marco? (Nótese mi habilidad para convertir esto en un problema "ontológico". De hecho, nótese mi habilidad para utilizar pronombres enclíticos seguidos de la palabra "ontológico".)

Debo aclarar que el estrés post traumático tuvo que ver con la clásica velada dominguera en la que mi sacrosanta abuela le comenta a un anciano familiar que acudió de visita, señalándome: "Me parece que ésta es otra como XXX" (aludiendo a una prima largamente treintañera sin candidato a la vista).

El desvelo por mi arraigada soltería se extiendo incluso a familiares del otro lado del océano, que nunca olvidan preguntar por la "tragedia" en cada llamado de larga distancia. Todas creen, además, que la solución es un nuevo viaje al viejo mundo donde por supuesto me lloverán los candidatos, como niña de buena familia que se precie. (Debo asumir que la excelente interpretación del rol de "niña de buena familia" se me fue de las manos en el último viaje. Soy la "Meryl Streep" de la campiña calabresa a la llanura bonaerense...)

Todo esto mientras llegaba a la conclusión de que en lugar de dejarme ganar por la depresión debería ponerme a dieta, ir al gimnasio cuatro veces por semana, cortarme el pelo, recibirme, conseguir un trabajo maravilloso, ganar muchísimo dinero y aprovechar la cumbre de éxito para tirarme de cabeza...

Cuando aprovecho para criticar el venenito de mi abuela, Madre se burla comentando que utilizo el argumento de los 85 pirulos de la nona cuando me conviene; olvidando que su comentario no nace de la senilidad sino de su sempiterna condición de "bicha". (Madre no lo entiende porque, como me he cansado de explicar, a fuerza de porrazos de la vida ha elegido vivir en el "tierra de las maripositas", donde nadie es malvado y todos te arruinan la vida con las mejores intenciones...)

Sin embargo, en uno de esos gestos agridulces que la redimen, me acaba de llamar en un clásico telefónico de "función fática" para pasarme un dato que escuchó en la radio que se vincula con un trabajo que era sí, interesante, sí, redituable, sí, ofrecido por un sujeto más que "moralmente aceptable", pero que por supuesto nunca llegó a materializarse... (Eso por no mencionar que en un visita entre semana me regaló las chatitas más hermosas que ha visto esta ciudad infecta en mucho tiempo).

Blue

"En fin, vivir no es sólo difícil, es casi imposible"

José Saramago, Historia del cerco de Lisboa


"Las cosas siempre pueden empeorar; esa es la tradición de los vencidos"
Ricardo Piglia, Prisión perpetua
"Abandoné la esperanza de ser alguien -decía-. El objetivo de mi vida era huir de lo que me rodeaba, vivir en un sitio donde ya nada pudiera hacerme daño. Intenté destruir mis lazos uno a uno, dejar escapar las cosas que me importaban. La idea era lograr una indiferencia tan poderosa y sublime que me protegiera de cualquier ataque. (...) Me repetía a mí mismo que la solución perfecta consistía en no desear nada, no tener nada, no ser nada. Al final llegué a vivir casi como una piedra."
Paul Auster, El país de las últimas cosas


O en una versión contemporánea, la "acidia"; a pura cara de culo, entre el duelo y la melancolía.

UPDATE: Había escrito a pura acidia, por no decir "como el culo". Ya está corregido.

Peligro: post con catarsis explícita

Hace exactamente cuatro meses había planeado una entrada titulada The Friend Zone for Dummies. La idea era explicar en ejemplos prácticos (cualquier coincidencia con la realidad es a propósito) el concepto de The Friend Zone. Incluso había escrito un par de líneas al respecto. Pero este fin de semana se extinguió definitivamente la Friend Zone que tenía abierta y procedí a borrarlo. En su lugar, prefiero comentar que en plena catarsis en el msn con mi amiga Nina me definí argumentativamente como Stephen Hawking emocional, que derivó en un brote de carcajadas piadosas de su parte.


Isa- Stephen Hawking emocional dice:
¿Ves?, ¡esto a las Pelotuditas no se les ocurre!

Nina dice:
Es la clásica lucha entre "Pelotuditas" y "Avispaditas de MSN"


Yo no podría haberlo dicho mejor... Vale aclarar, en un abuso confesional combinado con apuesta idiolectal, que ciertos inquilinos de The Friend Zone resultaron boludos a pedal que obligaron a concebir nuevos términos; primero, un Marco (se niega a ser) el candidato, pero finalmente Candidato apócrifo o directamente Falso Marco.

Todo esto mientras en una ventanita paralela el Falso Marco se dedicaba a darme charla ( después de meses de silencio msnístico) indagando los motivos de mi violento nick laisequezco: "Matando Pelotuditas a garrotazos"...

Falso Marco dice:
¿A qué se debe tanta violencia?

Isa (con licencia para matar) dice:
No puedo revelar mis motivos, porque comprometen mi coartada...

Isa (con licencia para matar) calla:
Se debe a tí y a tu Pelotudita, por supuesto. ¡Morirán!


A partir de una curiosa modificación de su patrón de comportamiento tras la maravillosa velada que vió nacer a la Pelotudita, la pregunta es... ¿El hombre promedio considera que aumenta su atractivo cuando una lo acaba de ver intercambiando fluidos con otra, para peor Pelotudita? ¿O se trata, como sospecho, de un rasgo propio del Falso Marco?

Isa- Basta para mí, basta para todos dice:
Marco, ¿por qué no te vas un poquitín a la mierda?

El trabajo dignifica

En un claro ejemplo de pelotudísima cruzada ideológico-moral sigo eligiendo el desempleo ante la múltiples ofertas que me llegan con el canto de sirenas de la investigación de mercado desde el frente "enemigo". ¡Paren de llamar a casa con sus vanas promesas de sucios dólares!

Estoy recibiendo llamados de gente que nunca de nunca jamás tuvo mi teléfono. Estoy siendo recomendada por un sujeto con el que no trabajo desde que osó decirme vía mail al respecto de un prototípico trabajo "para ayer", cito: "No te duermas..." Una persona que no quiero ni un poquito (y estoy segura de que es recíproco) está dispuesta a "conversar" conmigo para ofrecerme un laburo free lance con continuidad (al que por supuesto, yo me niego). Hoy, en el colmo del ridículo, me acaba de llamar una persona con la que tengo cero onda elevada a potencias infinitesimales a ofrecerme un laburo, mencionando a un involucrado implicado, coligo, en un acto de altísima traición.

Conclusión uno: ¡A ver si empiezan a pagar mejor los laburos, señores! Nadie quiere laburar con ustedes porque son unos malditos chupasangres.

Conclusión dos: Reafirmo mi sabia decisión de no volver a laburar como grilladora, así mi vida dependiera de ello. Prefiero, recuperando un antiguo sintagma familiar ligado a la industria metalúrgica, dedicarme a "envolver manijas".

Conclusión tres: Sospecho que pese a la hipocresía con la que manejo estos intercambios, ya estarán dándose cuenta de no soy una opción "viable"... Me pregunto cuánto tardaré en arrepentirme, cuando haya clausurado prolijamente todas las posibilidades de "contactos" laborales en el rubro. ¡Tachame la doble!

Conclusión cuatro: ¿A qué carajo me voy a dedicar cuando por fin recuerde que "vivir de rentas" es no sólo impracticable sino además incompatible a mi extracción social?¡Conmigo pan y cebolla!


PD. Lo peor del caso es que estoy defendiendo un "deber ser" que a nadie le importa; y a quien le importa no le importa que a mi me importe y aún cuando le importara que a mi me importe, no se entera. Es, a las claras, una win-win situation. O sea: una nueva manifestación de "soy pobre, pero honrada", enarbolando estúpidamente mi condición de "mártir"...

¡A ver si compran mis estampitas cuando salgan, eh!

Bilis, Oh Bilis

La tolola es una especie femenina despreciable. Posiblemente la más despreciable de todas las especies, sobre todo en casos avanzados de tololez. El prototipo de tolola es una mujer joven, pero frecuentemente su condición no sólo no desaparece sino que recrudece con el correr del tiempo, por lo que es posible dar con tololas mayores.

La tolola frecuentemente es bella y delgada, aunque ambos atributos distan de ser necesarios y, mucho menos, suficientes. Se trata mayormente de una belleza simple, sin mayor grado de espectacularidad. Una belleza menuda, de rosita rococó rosada.

Desempeña diferentes oficios y profesiones, pero se observa una altísima incidencia de vendedoras de indumentaria (femenina), secretarias (especialmente de contadores y estudios jurídicos) y, ¡horror! maestras jardineras (definidas brillante y cacofónicamente por mi amiga D. como "personas de papel crepé con mentalidad cuadrillé"). Sin embargo, no es extraño encontrarla en cualquier ámbito, incluso ¡horror y medio! camuflada de brillante estudiante universitaria, donde mantiene un altísimo promedio a costa de memorizar grandes tramos de bibliografía, aunque jamás entiende ni jota de los párrafos que repite y suele estar impedida para diferentes formas de pensamiento abstracto.

La tolola tiene un habilidad sobrehumana para camuflarse en presa apetecible para el sexo opuesto, por lo que sólo raramente se encuentra un ejemplar soltero (salvo en los breves períodos experimentales en los que de manera absolutamente voluntaria decide entregarse a un frenesí de libertinaje descafeinado). Su novio es su máxima presea (que gusta de exibir en forma de medallita, anillo o fotito en la billetera, cual cucarda de la sociedad rural) y el eslabón faltante para que logre dar su complejo salto evoluptivo y convertirse en un acabado ejemplar de novia-perrito faldero.

La novia-perrito faldero (en adelante "Pelotudita") desempeña (especialmente en los primeros meses de la relación) el rol de un inadaptada social que no logra interactuar con el entorno más que a través de la solícita ayuda de su novio-lazarillo. Su disposición corporal de aparente indefención le garantiza una cómoda ubicación pegada al flanco de su novio, como si estuvieran unidos por una extensa franja de tejido epitelial.

La "Pelotudita" es muy afecta a las demostraciones desproporcionadas de intimidad en espacios públicos y especialmente con público presente. Gusta de hablarle a su pareja con horrendas vocecillas distorcionadas y apelando los más inmundos apelativos edulcorados, siempre como proemio de un extendido intercambio de fluidos. Los escasos momentos en que su pareja abandona la burbuja de falaz intimidad (en general para desempeñar su rol de proveedor de comida, bebida o buscando satisfacer alguna de sus necesidades básicas) la "Pelotudita" se ocupa de escanear el espacio hasta dar con alguna fémina y clavarle la mirada en una especie de juego perverso de marcación territorial.

Me gustaría poder describirla con un componente más marcadamente humorístico, pero ayer casi me desvanezco en llanto queriendo ejercitar mi nivel habitual de sarcasmo, tras una noche fatídica en la que una "Pelotudita" me primerió por vez número quichicientosmil. ¡Agradezco a mis amigas que me soportaron con estoicismo findesemanil! Y cierro con una recomendación: ¡Mucho cuidado con la "Pelotudita", parece inofensiva pero es un ejemplar harrrrrrrrrrto peligroso!

Rayuela: todos los juegos, el juego

El temita este de las TICs (ya de nuevas no tienen nada... Son más nuevas que el telégrafo, claro) me viene perturbando desde hace tiempo. Tratando de entender lo que internet nos legó (el experimento de lectura y escritura de blogs es parte del proceso) me topé con Twitter. Se supone que uno se conecta y ¿postea? una especie de haikus de no más de 140 caracteres. No termino de entender para qué sirve ese registro del "estar haciendo" (aunque puede ser una muestra significativa de registro de la vida cotidiana del bobo tecnológico promedio); lo más grave es que los propios participantes tampoco terminan de entender de qué va. Hoy, después de meses de seguir varias cuentas (todas de bloggers que leo cuando tienen ganas de desarrollar una idea +140) por fin encontré algo que, lejos de proponer una respuesta, al menos propone una idea divertida para usar esa herramienta. La idea dentro de Tuitiar (la comunidad Twitter argentina) se llama Tuitilibros. Rayuela Project está reproduciendo la novela línea a línea (de a 25 o 30 twits diarios). Ya van por el capítulo 28 (por la página 175 de la edición de Sudamericana del '94. Sí, lo busqué, soy así de enfermita); calculan que van a terminar en noviembre del 2008. Por mi parte, los voy a linkear acá a la derecha, porque esas líneas sueltas me resultan un delicioso oráculo; la forma perfecta de un I-ching personal.

Triki triki, bang bang (literalmente)

Me abstuve de opinar sobre la constante necedad de las campañas de "bien público" en su negativa a llamar a las cosas por su nombre, en ocasión de la nueva campaña que pretende concientizar a la juventud sobre coger con forro al ritmo de ¡Piola Vago! A verrrrrrrr... desde los tiempos de "Póntelo, Pónselo" me pregunto qué tara ancestral impide comunicar claramente que lo único que impide el contagio del virus del sida, entre tantas otras cosas, es el correcto uso de preservativo en las relaciones sexuales.

Lo que no puedo dejar de comentar es la desafortunada elección del eufemismo de turno. Acabo de ver el comercial de un producto infantil de fuegos artificiales Júpiter en el que un grupo de niños imbuidos del espíritu de las Fiestas juegan al "Triki, Triki" (una especie de Chasqui-boom...). ¡Eso es una impecable investigación de mercado, con espléndido sentido de la oportunidad!

¡¡¡Chicos, Chicos, en estas Navidades pídanle a Papá Noel un Triki, Triki!!! (Para los que sacaron sus brillantes conclusiones sobre los destinatarios de la pieza a partir de la cumbia villera y los monoblocks, a ver si aprenden... ¡eso es un target amplio!).

A cada uno le gusta lo que le gusta, pero...

Acabo de ver la lista de Vannity Fair de los hombres más sexies 2007 que encabeza ¡¿Matt Damon?! en la misma semana en la que mantuve una larga discusión con Madre sobre "juicios de gusto", si se me permite la expresión (acerca de la belleza o fealdad del nuevo ministro de economía), y necesito aportar un poco de lucidez sobre la cuestión.

A ver... Ante todo, sé que no es lindo lo que es lindo sino lo que a uno le gusta, pero vale aclarar que existen parámetros a tener en cuenta en cualquier intento "clasificatorio" (fuck!). No es lo mismo "lindo", "bello", "apuesto", "atractivo", "sexy"; no se trata de sinónimos. Además, como pretendí explicarle a Madre, no ser "lindo" no implica automáticamente ser "feo". No se trata de un par de opuestos sino de polos de un continuum. (Cabe aclarar que el complejo dispositivo argumentativo probó ser inútil, dado que mi madre tiende automáticamente a considerar el summun de lo atractivo a cualquier hombre de frondosa cabellera; hecho que, coligo, es consecuencia de haberse enamorado de un calvo (mi señor padre).

Me remito a una fuente no fidedigna pero maravillosamente clara para abordar la cuestión. (Disculparán que se trate de una referencia ficcional, pero hay más verdad en la ficción que en más de una investigación "científica"). Se trata de una aclaración sobre una serie de deslizamientos semáticos sobre parámetros de belleza que escuché en la serie News Radio (actualmente la están dando por I-Sat con un doblaje horrendo). También deberán perdonar el falso bilingüismo, pero creo que aporta. En la emisora de radio en cuestión dos periodistas se enfrentan porque una de ellas fue elegida la más "cute/ bonita", y la otra no cree que ese sea el descriptor correcto para su tipo de belleza. En ese marco, le explica la siguiente clasificación:

-Pretty/ Bella (o linda, en rioplatense) = Pretty/ Bella (o linda).
-Cute/ Bonita = Bella, pero menudita y simpática.
-Beautiful/ Hermosa = Muy Bella.
-Gorgeous/ Preciosa = Muy bella y con lindo pelo.
-Sexy/ Sexy= Bella y fácil.
-Voluptuous/ Voluptuosa = Bella y gorda. (Abstenerse de lecturas políticamente correctas).
-Exotic/ Exótica = Fea. (Idem anterior).

Si no nos ponemos exquisitos buscando excepciones (que por supuesto, las hay) este "sistema" funciona a la perfección. Podemos tratar de encontrar un ejemplo para cada "clase" (que, nuevamente, podrá variar de persona a persona, pero tratemos de seguir el razonamiento):

Bella: Natalie Portman
Bonita: Brittany Murphy
Hermosa: Scarlett Johanson
Preciosa: Mónica Bellucci
Sexy: Angelina Jolie
Voluptuosa: Liv Tayler
Exótica: Sarah Jessica Parker

(Quiero aclarar que si me hubiera ahorrado este temita de la aplicación de la taxonomía me hubiera ido bastante mejor, porque hace como dos horas que trato de encontrar el "ejemplo" perfecto de cada categoría. Pongan voluntad, colaboren, y hagan como que están de acuerdo).

Este análisis de la belleza femenina se puede aplicar (con sus obvias salvedades) a los hombres. Sin embargo, encuentro cierta reticencia a adjetivar la belleza masculina, especialmente en el habla cotidiana hispano-rioplatense. (¿Será por aquello de "el hombre es como el oso..."?).

Ante todo, lamento la ausencia (de uso) del equivalente de "Handsome", que sería algo así como "Apuesto", término que entiendo es el que mejor describe la belleza masculina sin desmedro del componente de "virilidad". Luego quisiera mencionar un uso que escuché una vez del Patriarca de los Pájaros de la disciplina que suelo aludir en mis post, que hablando sobre el sentido del humor, y sobre la posibilidad (o imposibilidad) de tomarse a sí mismo como objeto de la comicidad, mencionó a un sujeto (Pergolini) como un hombre "bello". Esta calificación implica un cierto reconocimiento de atributos "atractivos", pero destaca un componente descalificador, por su superficialidad y su carga "femenina".

Hay una salvedad que vale la pena hacer y es que de un hombre que es lindo pero es feo no se dice que es "exótico". No es un caso de borde, sino una de las formas más extendidas de valoración de la belleza masculina. Es el caso de señores como Clive Owen, Benicio del Toro, Javier Bardem. No son bellos y en eso reside su atractivo. (Puedo estar siendo muy parcial en esta apreciación, lo reconosco).

Creo que en la primera y en la última de las categorías mencionadas, iluminando algunos atributos y oscureciendo otros, por supuesto, es dónde puede jugarse el atributo "sexy". Un hombre "bello" no es sexy, porque su belleza es un atributo con fuerte carga femenina.

Entonces, como corolario: Matt Damon no es ni puede ser un hombre sexy. (Incluso, en mi escala personal prácticamente no llega a "bello", se queda en algo similar al "cute" femenino).

La TV argentina es lo más

Sólo quiero apuntar que en este preciso momento, en Mañana Vemos, por Canal 7, Mex Urtizberea y Nicolás Pauls están tocando con una batería de cocina y un laud de tapa de inodoro, Humo sobre el agua, sumergidos en una pelopincho. Así como lo escribo. Hablando de archivos, ¡cómo es posible que no haya un archivo sistemático de programación televisiva, cuando ésta alcanza en Argentina niveles estratosféricos de genialidad! ¡Carajo, Mierda!

Rosario (de la frontera)

Breve balance de la excursión a Rosario:

-Participé en la presentación de una investigación sobre archivos, memoria, catálogos, bibliotecólogos, entradas, criterios de búsqueda y "en Internet está todo". (La enumeración no sólo no es exhaustiva, tampoco es exacta). Con un poco de suerte, habrá sido la última vez que hable de ese maldito tema, pero me gustaría aclarar, para aquellos a los que les interese, que pueden resolver sus dudas sobre el tema recurriendo a dos fuentes: a Borges (porque en Borges está *T-O-D-O*), en "El idioma analítico de John Wilkins", y a Podetti, en Yo contra el mundo (http://weblogs.clarin.com/podeti/archives/103559.php). Ojo: en el apuro me salteé una referencia "bibliográfica" fundamental; Cinzéu ya había aclarado un par de cosas sobre el téma. Sírvanse de acercarse a leer por allá.

-La organización del evento académico al que concurrí decidió valerse de un criterio amplio, democrático y progresista, habilitando para los estudiantes "la mesa de los niños". Como la mesa de los niños fue programada un día antes de la efectiva llegada de mi grupete a la ciudad, a nosotras nos tocó una mesa de los niños que directamente quedaba en otro restaurante, al fondo del pasillo y al lado de los baños.

-Compartimos la mesa con nueve personas. Para aquellos no familiarizados con la experiencia "congresística", esto equivale aproximadamente a dos mesas. Esto implicó que el ágape se extendiera durante más de dos horas de sopor, sobre todo porque los primeros 25 minutos correspondieron con la exposición de un joven chilena que leyó "íntegro" su artículo, en tono bajo y monocorde. Participaron del evento dos jóvenes marplatenses que también leyeron (una de ellas usaba brackets; saquen sus propias conclusiones). Las tres personas mencionadas procedieron a abandonar la sala tras sus exposiciones, interrumpiendo el tiempo asignado a las demás participantes, organizando cómo hacerse de sus respectivos certificados para los marcos que, asumo, deben tener ya ubicados en las paredes de su casa. (No sabemos si la chilena debía partir con urgencia a Santiago; las marplatenses fueron avistadas dos días después en alegre caminata por la ciudad de Rosario).

-Por la generosidad de las organizadoras, expuse tres trabajos consecutivos. Todavía me dura la afonía. (Mis amigas se divirtieron como locas la noche del sábado, el pico máximo de mi "mudez", jodiendo con la ironía de que siendo la más verborrágica no estuviera en condiciones de expresarme, y jugando un verdadero "dígalo con mímica" para poder hacerme entender).

-Escuchamos algunas ponencias horribles (un clásico de la actividad congresística). Son los momentos en los que uno se reconcilia con el marco teórico y el campo disciplinar al que adhiere; al tiempo que se pregunta para qué servirán estas cosas, más allá de estimular un falso "onanismo intelectual". Pero ojo, también escuchamos nuevos datos, enfoques metodológicos, recortes de objetos, que, al menos a mí, me sirvieron para descubrir que todavía hay cosas que quiero saber al respecto; me sirven y me servirán para pensar seriamente cómo construir un vínculo abierto con el estudio y la investigación en ese campo. (Si bien no deja de ser cierto que ciertos espacios caducaron, hay cuestiones que atraviesan diagonalmente esos espacios que me gustaría poder rescatar...)

-Asistimos también a las exposiciones de las "figuras" que conocemos y que rara vez defraudan. Y especialmente, en un clásico momento definido desde la sabiduría por la pequeña A. como "cholulismo intelectual", a la presentación de un pope de la disciplina en la que no faltó nada; hubo incluso un fantástico paso de comedia en el que el malingo personaje "explicó" de este modo el signo saussureano, mirando a los ojos a su más fiel representante: "Vos sos el significado, yo soy el significante, nos miramos, y no pasa nada... En cambio si también lo miro a él y él nos mira..." (Entre otras cosas, decidimos la urgente implementación de dos pines dos de altísimo valor sectario: "Pegame y decime lingüista" y "Hasta la Victoria Welby", aunque este último pende de aprobación, porque implicaría la autorización de su autor intelectual. Valga esto como pedido al respecto.)

-Fuimos importunadas en ambos viajes en ómnibus por problemas de "pulsión invocante" o, si se quiere, por la desafortunada conciencia de que "la oreja no tiene párpado". En el viaje de ida, un fellow pasajero nos atormentó con su rigtone 100% salsa (que además no atendía a tiempo porque iba concentradísimo escuchando su reproductor de mp3). A la vuelta, los señores conductores decidieron alegrar su viaje acompañándose de radio mal sintonizada a todo volumen. El comienzo, trágico, fue a toda cumbiancha; la situación remontó cuando nos abocamos al juego "reconozca el éxito de los '90".

-Rosario, pese a ciertos resquemores que siempre me generó su construcción estilística, es un ciudad bella. Y se parece lo suficiente a Buenos Aires como para que un grupo de "porteñas recalcitrantes" se hayan sentido a gusto en ella. Con la ventaja adicional de sentarse a leer al sol a orillas de un río marrón que no hiede y de encontrar a cada paso una explosión de flores de jacarandá. (El hecho de haber encontrado el primer día el bar correcto con un mozo amigo contribuyó con un plus a la calificación).

-En una clara muestra de convivencia ejemplar mi grupete departió en un delicado equilibrio entre lo académico, lo turístico, lo cultural y lo recreativo. Reforzamos la vigencia de la afinidad estilística y la existencia de "problemitas" comunes (extendidos incluso, brevemente, a un dúo incorporado ah hoc). Cuando el viaje adquirió definitivamente su cariz "vacacional" terminó de convertirse en una experiencia "redonda": city tour, mateada en el Parque España, cena mexicana con sus respectivos Margaritas en una especie de Hard Rock pero con onda con el excelente nombre de "Rock&Feller", lectura de diarios del domingo tiradas al sol en la ribera contigua al monumento a la bandera... Para decirlo claramente, la pasé bárbaro. Mucho mejor de lo que había esperado. Me reí como hacía tiempo no lo hacía. Descansé, me cansé, disfruté en grande. Eso resignificó totalmente el valor de esta experiencia.

-Fue verdaderamente un viaje de egresados. Una experiencia bisagra. Un punto alto en el vínculo con un grupo (¡que no se corte en Buenos Aires! cuac!); el valor de un nuevo reencuentro con otros (¡ay, los mails que mandan las amigas!); el cierre de un etapa; el inicio de otra. Un verdadero cambio de aire; una inyección de ánimo para empezar a pensar en el primer día del resto de mis vidas.

El fin

Ayer, ente copa y copa, presencié el fin de una era. Algo terminó. Y algo se terminó para mí. Nunca había sentido esa sensación con tanta claridad... Antes de ayer (y antes de antes de ayer) todavía no había podido elaborar la "pérdida" sin una cuota grande de llanto. Ayer, en cambio, no sentí la menor duda: ya no tengo la necesidad de "irme" porque el lugar que iba a abandonar ya no existe. Y el lugar que ahora existe no tiene lugar para mí.

Me encantaría poder decir que ahora sé dónde voy, pero no es cierto. Todavía no tengo la menor idea. Pero este flamante descubrimiento es el mejor estímulo para empezar a caminar...