Problemas de inflación

Acabo de ver un informe en E! sobre tratamientos para adelgazar que incluyó un maravilloso segmento sobre ¿gente? con severos problemas mentales que consume parásitos intestinales vivos para bajar de peso. Huyo despavorida y me encuentro con imágenes de las carpitas del amor y sus respectivos muñecos inflables: el torito "Alfredito" y el pingüinito "Néstor". No sé cuál de las dos imágenes me da más lástima y más asco. No quiero abrir el juego sobre "El Conflicto", sólo quiero decir que la estrategia de visibilidad me da un poco de vergüenza. (Parecía que estábamos debatiendo institucionalidad/ constitucionalidad, una democracia presidencialista o parlamentarista, un modelo de acumulación/distribución, pero terminamos siendo un gag de Todo por $2).

Esta nubecita es mi tesis...

Miren que lindos chichitos tiene la internessss...
http://wordle.net/

Ya sé dónde quiero trabajar...

¿Me aceptarán en el Departamento de Semiótica de Yo contra el mundo?

En vivo y en directo desde las mismísimas entrañas de Belcebú...

Tacos altos para bebé.
Quería pensar que había alguna esperanza para nuestra jodida humanidad, pero veo que no.

En otro orden de cosas (o en el mismo), hoy vi cruzando Córdoba a una señora platinada con jeans envasados al vacío, zapatos y tapadito de piel simil leopardo y una cartela peluda de falso Louis Vouiton. ¿Alguien tendría la amabilidad de reenviarle el memo que le recuerda que no es la Sú, porque parece que no le llegó? Gracias por su atención.

No me preguntes, sólo soy una chica...

Como si no fuera bastante perverso que las nenas tengan que jugar a ser princesas o Barbie o princesas Barbie (dios de dios de dios de los estereotipos) acabo de ver que están vendiendo la "Princesas House". ¿Cómo se compone la casa de una princesa? Dormitorio, vestidor y cocina. Por Tutatis: una cama, un placard (si al menos fuera un ropero podrían soñar con aventuras en Narnia) y un horno. Una princesa como un ama de casa desesperada, una robótica Stepford wife. No quiero ponerme en modus Estudios de género, pero la puta, qué mensaje de la sociedad patriarcal. Un mensaje absolutamente consecuente con el mensaje que, tres generaciones después, las niñas que jugaron a las princesas compran de Sex and the City, pero aún más devaluado: sexo, pilchas y comida para llevar.

¿Por qué perdura este modelo de mujer? Justo ayer leía en Las/12 (hablando de modus Estudios de género) una crítica al comercial del Ford Fiesta construido con el sagrado paradigma de las Chicas Cosmo. Quisiera creer que una generación de nenas criadas con Hermione y las Chicas Superpoderosas podría escapar de este estereotipo rosa, pero parece que las influencias perniciosas siguen siendo fuertes. (Después de todo Hermione es sólo un sidekick de un héroe (hombre) que enfrenta a un supervillano (hombre) y las Chicas Superpoderosas son una creación de un científico (hombre) que las hizo con "azúcar, flores y muchos colores").

Claramente hay un serio problema cuando la supuesta vanguardia de las mujeres liberadas son cuatro (norte)americanas bastante pelotudas que en fondo sólo aspiran a conseguir un buen partido que las mantenga y les compre un departamentito (o un departamentote). Lo más grave es que la confusión es tan grande que hace un par de años una especialista en TV definió a Yo quiero a Lucy como el programa de una "esposa en su casita de los suburbios" (un error tan garrafal como confundir el Martín Fierro con los consejitos de La vuelta).

El estado de la educación pública

En mi retorno a la vida académica de grado (en un grado inferior al que ya detento) descubro que el recorrido que uno hace por las aulas deja un sensible rastro. Con diferentes marcos teóricos: desarrolla ciertas competencias comunicativas, ciertas prácticas discursivas y sus respectivas representaciones, unas disponibilidades, un hábitus, o, como prefiero, unas gramáticas de producción con su consecuentes efectos enunciativos. Dicho de otro modo: qué exitosa soy como estudiante de grado. Me acaban de dar las notas de las dos materias que estoy cursando. En una escribí un parcial flojo y poco interesante (aún cuando se podía responder con "fichas" de los textos en mano, fichas que nunca hice porque mi lectura de los textos fue más que deficitaria). No obstante, ese texto flojo y poco interesate fue calificado con un 8.50. Peor es el caso de la segunda materia. Para un trabajo sin consigna evidentemente entendí tan cabalmente la consigna oculta que logré producir un texto que me avergüenza por su obvio gesto desesperado de manipulación emotiva. En una clara disparidad de criterio la docente consideró que esa sucia triquiñuela era merecedora de un 10. Empiezo a pensar que no me queda más remedio que abrazar el camino del posgrado, para leer algo verdaderamente interesante, para aprender en el viejísimo sentido del término, para sentirme un poco menos estafadora y estafada. Por otro lado, no puedo dejar de pensar en la cantidad de profesionales que nuestra sacrosanta universidad está acreditando con un desempeño similar y me da bastante miedo.

El cocinero, el televidente, su mujer y su amante

Mauricio, el cocinero del programa disruptivo de Utilísima "Amigos in house", acaba de presentar una receta titulada "Muffins 18x6". En ediciones anteriores el programa jugaba con un sutil doble sentido, una picaresca de salón; ahora lo descubro en un derrape explícito.
Siempre me llamó la atención la mismísima existencia de ese ciclo en la grilla de Utilísima, porque por su estética y los consumos a los que el programa alude, es claramente más propio del Gourmet. (Hoy, por ejemplo, había un sommelier de té y los mentados muffins llevaban blueberries). Pero sobre todo porque me resulta claramente rupturista el modo en que el programa retrata a esos amigos gays que disfrutan, entre otras cosas, de la gastronomía.
Creo haber usado este argumento antes, pero insisto. No es que en Utilísima no haya habido antes cocineros, reposteros, panaderos gays. Lo que no hubo jamás es una tematización apenas velada, o directamente abierta de su sexualidad.
Un tradicional repostero de Utilísima migró hacia el Gourmet con un programa absolutamente aséptico sobre técnicas de la pastelería europea. Mientras tanto, estos muchachos siguen jugando su juego en el centro mismo del reino de la señora gorda.
Yo confieso que soy un tanto mojigata y me incomodan las alusiones sexuales muy directas, por eso no puedo dejar de preguntarme qué pensarán las señoras utilísimas de todo esto.

El largo brazo de la Fundación Hanso

Charly estuvo internado en una clínica Dharma.
Dios de dios.
Menos mal que ya lo trasladaron.





PD. No, de eso no voy a decir nada. A veces sobran las palabras. A veces, no alcanzan.

Vivir para ver, ver para creer

Acabo de ver a Julián Weich vomitando en televisión.
He aquí una nueva imagen mental que no necesitaba tener.

¡Qué porquería es el cromosoma!

Este cuatrimestre, después de cuatro años, volví a cursar un par de materias en la facultad. Originalmente eran tres, pero ajena a cualquier tipo de estímulo intelectual (o de otro tipo, como se verá) una de ellas murió en la semana cuatro. De las dos que quedan, una se cursa los lunes y la otra, los viernes. Un fixture horrible, pero impostergable. Los viernes curso con un potencial Marco que, descubrí con dolor hace un par de semanas, está fatalmente enamorado de otra. Mi psicóloga me carga y dice que tengo que hacer mi "duelito". Los lunes son más complicados. Nunca tengo ganas de ir, pero me obligo porque si no después La Señora me reta. Todas las semanas llego sin ganas, comida por la angustia y la neurosis, y siempre (siempre) salgo con una sonrisa. Me encanta mi profe: su ingenio, su estrategia didáctica, su habilidad para hacer la clase entretenida, su sentido del humor. Es un encanto. Y además es hermosa. Sí, sí, la imagen mental es gratis. Como dijera Charly: "La entrada es gratis; la salida, vemos".

Que vuelva la Confitería del Molino

Cambiando 360º el ángulo de la información, el hecho de que hace una semana la gente de Buenos Aires haga cola en la vereda de un shopping para comprar un café feo y caro en StarBucks me ha hecho perder la poca fe que me quedaba en la humanidad. (Sobre todo porque ahora no podré dar rienda suelta a mi deseo fetichista, porque ha quedado demostrada su profunda idiotez). Malos, snobs, malos, que no me dejan ejercer.

Querido blog: Me deprimí otra vez*

El textito sobre La Nación me acaba de hacer pensar con qué facilidad podría perfeccionar el estilo argumentativo en 500 palabras si la gente no se empeñara en matar los proyectos a los que alguna vez adscribí con algo parecido al entusiasmo.

Necesito urgente algo de fé, una creencia irracional pero tranquilizadora en que alguna vez volveré a creer en algo, a comprometerme en algo. No quiero dejarme ganar por el cinismo, al menos no por completo. Pero qué dificil es todo.


*Qué lindo es poner etiquetas. "Querido blog" va a pasar a englobar estas cositas que no le importan a nadie sobre mi apasionante yo. Las pueden esquivar y listo.

Déjà vu

Ayer fue un día aciago. Estuve haciendo una serie de trámites administrativos nefastos que me ocupé de evitar siendo una niña prodigio toda la carrera y que ahora debo encarar en nombre de mi sacrosanta bondad como apoderada de una tercera persona. Además de aguantar la ineptitud característica de la burocracia estatal perdí el uso de una rodilla cuando trastabillé en un escalón sotreta del septuagésimo lugar al que fui a hacer fotocopias. Ya renga, me crucé con quien motivara la génesis del concepto "Marco el candidato" (anotar para el goce fetichista: levita sombrero, rulos y anteojitos) que me dedicó un ignominioso saludo de compromiso. Llegué a duras penas a entregar un trabajo a la facultad en el último minuto. (Breve texto que deja traslucir mi opinión de la materia al elegir como objeto de análisis las tiras de Mafalda. Por si no se entendió: ¡esa materia es un chiste! Chiste que me va a salir caro porque como no me daba el tiempo cerré con una trampa argumentativa horrorosa, cache y sensiblera como emotivo epílogo. Lo sé, merezco una pena no excarcelable por tremendo delito).
Emprendo el regreso, famélica, cuando me informan que la gentusa con la que había elegido compartir mi cena decidió abandonarme. Vuelvo a mi hogar no sin antes comprar una Coca tamaño familia de Maru Botana para ahogar mis penas en azúcar y cafeína. En el interín Nina me anuncia su visita, para arribar una hora después y que un señor caco (otro, por fortuna o por desgracia) robe su efectivo en la mismísima puerta de mi hogar mientras estoy bajando en el ascensor a abrirle. Consecuentemente procedemos a ahogar las penas en azúcar, cafeína y mezcla de hierbas más conocidas como fernet.
Cuando Nina se va me quedo mirando The Breakfast Club en la compu (recordemos que no tengo TV y debo remediarlo pronto porque estoy agotando mi stash de comfort pelis, aunque también, claramente, debería ampliar mi stash, ¡no tengo ninguna peli de Roberto, por amor de dios!) y me quedo dormida en el sillón. Más tarde (mucho más tarde, a las 6 de la matina descubro anonadada después) escucho la puerta de casa y veo entre sueños como entra mi hermano acompañado (sin haber avisado, por supuesto). Me siento en una escena de Yo quiero a Lucy. Me hago la dormida, pero a los minutos, luego de que la acompañante de mi hermano se escabullera en su dormitorio, él procede a encender la luz del living (gesto odioso si los hay, sumado al gesto odioso inicial de no dejarme dormir tranquila en mi living si se me antoja, que se suma a la lista de razones por la que esta convivencia ya no da para más, que se suma a la lista de razones por las que debo conseguir un empleo de mucho más dinero que no me resulte completamente repulsivo, que se suma a la lista de razones por las que más vale que la señora me deje nuevecita, nuevecita pronto o mi presupuesto me dará para una breve internación en el Moyano, si Macri decide reabrirlo). Huyo a mi cuarto para despertarme horas después y volver a tomar posesión de MI living (no sé si soy clara con el énfasis) para que mi hermano aparezca al rato a anunciarme su estúpida rutina de "Estoy con alguien" y a "consultarme" un hecho consumado (prohibido hacer chistes sobre esto). Sólo que esta vez ni siquiera me dice el nombre de la muchacha en cuestión sino que me "avisa" que van a salir y me consulta "por si me quiero cambiar" (nunca recibí la invitación que aclaraba que era de Elegante-Sport). Una vez establecido que no pienso abandonar el living (ni el pijama) aparece la señorita a saludar , intercambiamos holas, qué tales y nombres (aunque ahora que lo pienso quizá hubiese sido mejor irme a mi cuarto, estoy totalemente en contra de tener que recluirme en mi alcoba en mi propia casa para que mi hermano se ahorre el pernocte (¡oh, si la envidia fuera tiña, cuantos tiñosos habría!).

La paradoja de Zenón de Elea (o tranquilamente Se te escapó la tortuga, La Nación)*

Es notable cómo se puede ser consistente en el error a través de los años. Me atrevería a decir que es casi una muestra de coraje defender gallardamente un principio momificado de Cultura que no pueda concebir la existencia de fenómenos alejados de las "Bellas Artes" como manifestaciones culturales de la sociedad. Pero La Nación lo hace de nuevo, por algo lo lleva en su adn (para un segmento social tan ajeno a las modas, que incómodo titular un suplemento Cultural con minúsculas...). Por primera vez decide poner en tapa a tres autores alejados del canon (tan alejados que estarían negando la propia existencia del canon, todo hay que decirlo) y está tan incómoda con la decisión que decide abrir con dos movimientos que son uno: pedir disculpas (no al lector sino al canon) y bastardear el fenómeno que intenta explicar. Una exquisita demostración de la mala conciencia con la que las iluminadas mentes de la redacción pagan su culpa por haber atendido a los cantos de sirenas que buscan alejarlos de la Buena Civilización.

Arranquemos por la notita de Damián Tavarovsky por su título con punch: "La paradoja de libros que ganando, pierden", sabia decisión del Editor, dado que en el cuerpo del artículo la poderosa frase está entre paréntesis y exuda un todavía más oscuro onanismo intelectual: es el "albur" de la paradoja. La nota es un leve recorrido por algo que tranquilamente podríamos llamar modas editoriales, si su autor no le tuviera tanto miedo a la palabra moda. Después de una introducción con dudoso empirismo: esto existe, Tabarovsky busca despegar su mirada de la obvia incomodidad ante el escándalo con la frase "no hay que escandalizarse por eso (desconfío de la figura del escritor progresista que trabaja de indignado profesional)". Una notable paradoja que lo convierte en un escritor progresista que desconfía de su propia indignación. Su argumento, finalmente, está en el último párrafo, donde ubica la mentada frase. Parece que estos libros tienen todo para perder. ¿Qué y por qué? No se digna a explicarlo. Se trata de un axioma que devela con un pase mágico al final: nada importa porque esos libros no son Literatura, ni siquiera son para Leer.

Si lo de Tabarosky da un poco de pena, el Editorial de Jorge Fernández Díaz ya es tragicómico. Se titula "Perdón, Flaubert". ¿Hace falta agregar algo más? Calculo que no, pero por las dudas... En este caso no vale la pena siquiera la paráfrasis, el Editor se encargó de escribir precisamente los argumentos de su refutación: "Hubiera sido más fácil y cómodo elegir a Flaubert que a Pettinato, Rolón y Sebastián Wainraich. La exquisita prosa de Julian Barnes, uno de los novelistas más importantes del mundo, acerca del canónico padre de
Madame Bovary hubiera sido una portada altamente valorada por los fieles lectores de adn CULTURA."

Lo más interesante es que no conforme con demostrar la incapacidad de su redacción para comprender los fenómenos culturales contemporáneos, la expone orgullosamente: "Para responder esos interrogantes queríamos una visión incontaminada y sin prejuicios, y entonces descartamos la posibilidad de encargarle la nota a un periodista cultural. El informe le fue adjudicado a una periodista de fuste, pero de las hard news: Alejandra Rey, una muñeca brava que investigó la mafia y el poder, y que sobrevivió a todo tipo de calamidades profesionales y personales". (Nótese el anacrónico detalle de color de la misoginia que carga a "muñeca brava".)

Me resulta fascinante cómo La Nación insiste en instalarse como la retaguardia de todo lo que es Bueno, Bello y Verdadero, amparada en una muestra tan cabal y sincera de pereza mental.



* Miren, miren, yo cito a filósofos griegos resignificados por el 10 y nadie me paga dos mangos por esta demostración de brillante hibridación intelectual. El mundo ha vivido equivocado, ya lo dijo Fontanarrosa (¡y ahí lo hice otra vez!).

No hay nada más lindo que la familia unida



Por primera vez en cuatro años...
(Gracias a Aptra, a Lala, a La Chiqui y al Caballero Templario)

Sigmund, teléfono

Hace dos días que no tengo tele. Los que me conocen saben la gravedad del asunto. Estoy débil sin mi diaria dosis de rayos catódicos. Para colmo, entre ayer y hoy me ví Lo que el viento se llevó y los seis capítulos de Orgullo y Prejuicio en la versión de la BBC. Nada como un buen atracón de Rhett Buttler y el Señor Darcy despatarrada en pijama en el sillón. Ahora no sólo estoy débil, además deliro con señores de sombrero, levita y aparatosos jopos enrulados muertos hace 100 años.



Me llevé calidad fotográfica a Marzo. Pero estoy celebrando que puedo seguir sacando foticas con el endiablado telefonito que defendí valientemente de los cacos. (Y sí, ahora escribo subordinadas de subordinadas, porque basta de "accomplished woman" si no me van a mirar así... Mañana mismo, clases de piano.)

Pata Villanueva roba en el shopping (mala Pata)

El jueves 29 fui a comer a casa de unas amigas. Ellas, muy atentas, habían comprado ñoquis. Cumplimos a la perfección el rito del billetín bajo el plato para llamar a la fortuna. Mi billetín de dos pesos quedó entre el botín de los cacos que me afanaron en la trasnoche del viernes.

Ayer, por primera vez en meses, llegó la revista del cable antes del día 15. Hoy se fundió la tele.

Hoy volví a confirmar mi incuestionable sex appeal ante taxistas y mozos septuagenarios. Me deprimiría, pero el primero me preguntó en el colmo de la amabilidad si no me molestaba que encendiera la radio porque escuchaba "rock pesado", antes de clavarse unos tangazos en la 2x4 y el segundo trajo los cafés con leche súper espumosos con medialunitas de Lilliput. Peor es nada.