Sólo otra noche de lunes


Sólo otra habilidad no redituable.

Todo lo que sube tiene que bajar (y viceversa)

Estoy haciendo zapping entre Cuestión de peso y la cobertura de TN del bolonqui financiero en Estados Unidos que está haciendo colapsar las bolsas de todo el mundo, ante el rechazo del congreso de aceptar el ingenioso plan de salvataje de empresas pergeñado por Jorgito.
Los vaqueros neoconservadores sacan a ventilar sus viejos fantasmas. Esto dicen en el New York Times de ahorita: "Jeb Hensarling, Republican of Texas, said he intended to vote against the package, which he said would put the nation on “the slippery slope to socialism." En TN opina un economista que se apellida Loser (todo un diagnóstico). A mí, mientras tanto, me vienen a la cabeza las frases de la marcha del viernes y las fantasías de la juventú sobre la caída del capitalismo, Héctor Alterio canturreando con tonada andaluza "que la tortilla se vuelva" en Caballos salvajes y el terror que me produce trata de imaginar en qué zona del mundo aparecerán redepente arsenales de armas de destrucción masiva (pobres vecinos del noreste, sentaditos sobre flamantes reservas de petróleo) que impulsarán al capitalismo viejo y peludo nomás a reacomodarse y, de paso, reacomodarnos bien reacomodados.

Ya lo dijo Carlitos en la década del '60 (de 1860...):

"La función del dinero como medio de pago envuelve una brusca contradicción. En la medida en que los pagos se compensan unos con otros, el dinero sólo funciona idealmente, como dinero aritmético o medida de valor. En cambio, cuando hay que hacer pagos efectivos, el dinero ya no actúa solamente como medio de circulación, como forma mediadora y llamada a desaparecer de la asimilación, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como la mercancía absoluta. Esta contradicción estalla en ese momento de las crisis comerciales y de producción a que se da el nombre de crisis de dínero. Este fenómeno se da solamente allí donde la cadena progresiva de los pagos cobra pleno desarrollo, desarrollándose también un sistema artificial de compensación. Tan pronto como este mecanismo sufre una perturbación general, sea la que fuere, el dinero se trueca brusca y súbitamente de la forma puramente ideal del dinero aritmético en dinero contante y sonante. Ya no puede ser sustituido por las mercancías profanas. El valor de uso de la mercancía se desvaloriza y su valor desaparece ante su propia forma de valor. Hace un momento, el ciudadano, llevado de su quimera racionalista y de su embriaguez de prosperidad, proclamaba e1 dinero como una vacua ilusión. No había más dinero que la mercancía. El grito que ahora resuena de una punta a otra del mercado mundial es: ¡No hay más mercancía que el dinero! Y como el ciervo por agua fresca, su alma brama ahora por dinero, la única riqueza. La crisis exalta a términos de contradicción absoluta el divorcio entre la mercancía y su forma de valor, o sea el dinero. La forma que el dinero revista es, por tanto, al llegar a este momento, indiferente. El hambre de dinero es la misma, ya haya de pagarse en oro o en dinero–crédito, v gr., o en billetes de banco."

¡Me gusta esta estatua!

El día de hoy fue un claro ejemplo de la bipolaridad que me domina. El 50% fue un completo desastre. El resto incluyó la mentada revanchita discursiva; caminata y merienda al sol con mi amiga Nina; nueva caminata, esta vez en la marcha (¡Oh, sí, participé! ¡Quiero mi medalla al mérito!) y retorno en subte a mi hogar a bordo de un vagón musicalizado por un Tanguito posmoderno que iba sentado en el piso tocando su guitarra y cantando a viva voz un repertorio nac&pop (descolló su interpretación de El amor es más fuerte). Lo maravilloso de la escena fue que una estación antes de casa bajó una flaca que intentó darle unas monedas y el pibe las rechazó: ¡un músico subterráneo por amor al arte! Finalmente, coroné la noche con una nueva edición de "El horno no está para bollos, pero sí para tarta" con un ejemplar con queso, verdeo y hongos portobelo.

Aprovecho esta suma de banalidades para señalar que no sé por qué nos aferramos tanto a la defensa de la universidad pública si las universidades privadas están a la vanguardia, auspiciando eventos como éste: http://www.estatuas-vivientes.com.ar/


PD. El hecho de que la noche del viernes me encuentre en casa tipeando esto forma parte, claro está, del otro 50%.

Déjà vu

Acabo de recibir un llamado telefónico de mi ex jefe, con una consulta técnica que sólo es "técnica" en su universo precámbrico. Le respondo una pelotudez que resuelve su problema (previo indicarle dónde queda una tecla en su teclado en español, porque el nombre de la tecla no le alcanzó para encontrarla) y me "agradece" con una frase del comienzo de nuestra relación, cuando éramos felices: "¿Ves?, yo te necesito acá..." Mi respuesta, desde el claro modus "No tengo filtro": "Ya sabemos cuál es el problema. Vos me necesitás, pero no me podés pagar. Y yo soy cada vez más cara..." (Insertar redoblantes).

El repulgue de la felicidad

Dándole un descanso a mi momento reaccionario, me gustaría apuntar que quizá la razón de tantos exabruptos sea que estoy algo falta de equilibrio. Sólo a modo de ejemplo, acabo de alegrarme sobredimensionadamente de que mi hermano no haya venido a cenar (en su arranque de convertir en fin de semana todas y cada una de su noches de reciente soltería) porque me pude preparar una tarta de espinaca que tenía ganas de comer desde hace semanas. Que mi alegría de la noche sea una porción de pascualina dice bastante de mi estado. Espero sepan contemplarlo como atenuante.

Padre, madre, tutor o encargado

Acá había un post por el cual gente que me conoce y me quiere llegó a pensar que puedo estar de acuerdo con algún tipo de apoyo a pedidos de mano dura, a juzgar a menores como adultos y a pedir pena de muerte para todo el mundo que no me guste. No es lo que quise decir (espero que huelgue la aclaración). Por las dudas, le aplico la pena de muerte al post. QEPD.

Cuando tenga ganas de deterneme a argumentar con solidez, más allá del arrebato del exabrupto repentista, vuelvo. (Hete aquí por qué es tan difícil mantener algún tipo de frecuencia de actualización de blog...)

Hasta que la muerte los separe...

Se está hablando mucho del divorcio de Pampita. Necesito ocuparme del tema porque Pampa es un personaje caro a la familia... (Ya expliqué recientemente en un encuentro presencial que hace meses que me fumo Bailando por un sueño a la hora de la cena, hasta que mi hermano logra ver la "performance" de la susodicha). Son notables las boludeces que se dicen sobre el tema. El lugar de Barrantes es lamentable, sí. Pero si el tipo puede probar el adulterio y la mina tiene más guita que los ladrones, ¿cuál es el gran dilema? ¿El adulterio es menos adulterio si la que lo comete es mujer? ¿El patrimonio de una mujer en el matrimonio es más intocable que el del hombre? Es notable la mirada machista, por un lado, y falsamente feminista, por el otro. ¿Cómo sostener el derecho de tantas mujeres engañadas que no siempre logran probar el adulterio, ni consiguen una justa división de bienes? Si la mina engañó al marido estando legalmente casada y han podido probarlo, justo es que pague. El matrimonio (salvo entre parejas que profesen alguna fé/ religión y lo consideren un sacramento) es un contrato pecuniario. ¿Qué carajo estamos discutiendo?

Lo que se hereda no se roba

Siempre relato la obsesión gastronómica de mi familia por el lado del exceso. Pero me gustaría apuntar dos o tres favoritos que tienen poco que ver con la abundancia o los ingredientes "gourmet". Como herencia de los tiempos de verdaderas privaciones que yo no viví, pero que recuerdo genéticamente, está el fanatismo invernal por las legumbres. Hoy hay un sector sibarita que gusta de recetas como "Pasta e faggioli", que deja automáticamente su sesgo glamoroso si la llamamos como lo que es, fideos con porotos. En la misma línea se ubica un clásico familiar: pasta e cecci (o pasta con garbanzos). De hecho, según cuenta la leyenda familiar, varios inviernos se pasaron a puros cecci y verdura (una especie de radicchio salvaje que crecía en el fondo de casa).
Pero lo que quería comentar, ahorita, es un "gusto" que nos damos con mi hermano cuando nuestra alacena entra en modo "pobreza espiritual" (como decimos jocosamente desde la obcenidad de nuestra abundancia). Se trata de un tazón de té o mate cocido azucarado en el que vamos sumergiendo chanchamente galletitas de agua... En la línea de eso que hoy se llama pomposamente "confort food", cada tanto nos empachamos de infancia.

Che, pibe, vení, votá...*

En mi confesión políticamente incorrecta del día, me gustaría señalar que ODIO a los pelotudos dizquemilitantes de la facultad... Los odio por ser autoritarios, violentos y obtusos, pero sobre todo por su absoluto descuido por la retórica. Entendámonos, si en una discusión "política" te desautoriza en público una pendeja apática, abúlica y pequeñoburguesa, podrías considerar seriamente la opción del suicidio... Este fue el típico caso en el que pierdo estúpidamente el tiempo discutiendo legitimidad, institucionalidad y el carácter vinculante o no de las decisiones (si pueden llamarse decisiones) tomadas por sus mentes preclaras abanderadas de buenísimas intenciones. Estamos hablando de un tipo que sostuvo que la asamblea votó democráticamente proscribir a una agrupación; que ante cualquier pregunta en concreto sobre los múltiples temas con los que pretendía "arengar" (ojalá alguno pudiera arengar, sería un salto cualitativo) tenía que terminar confesando que bueno, en realidad no sabía bien cómo era el tema; que estaba indignado porque el decano "ahora se dio vuelta", evitando mencionar que esta vuelta lo dejaba apoyando el reclamo de docente, no docentes y estudiantes de la facultad y olvidando, al paso, mencionar que el acto de "oportunismo" del decano estaba acompañado de las firmas como adherentes de más de 200 docentes de la facultad (después nos encargamos de "ajusticiar" la falta de conciencia revolucionaria del decano, ¿dale? ¿Por qué no aprovechamos que ahora, por que se le canta o porque le conviene, decide convertirse en interlocutor válido ante la universidad? Me angustia comprobar una vez más la falta total y completa de pragmatismo político, la cortedad de miras). Pero a este lo odié sobre todo por el momento en que dentro su torpe afán de "defensa" de lo público le pareció cuestionable que "un noruego" pague por un postgrado en una (la) universidad pública nacional. Cuando le hago notar que es una manera lógica de que una facultad recaude (si no puede pagar un arancel un estudiante de postgrado del primerísimo mundo, ¿quién?), pretende correrme con que la gratuidad de la educación es un principio constitucional. Yo acoto que vale para los argentinos (incluso con la salvedad de que aceptar que un estudiante de postgrado extranjero (no olvidemos que no se trataba precisamente de algún "hermano latinoamericano") no es lo mismo que "rifar" las tantiúnicas vacantes entre noruegos ricos). Él se hace el despierto y apunta, recitando cuál blanca palomita, "y para todo aquel que quiera habitar el suelo argentino". Entonces me veo en la obligación de aclararle que no es lo mismo el ciudadano, el residente o el habitante y que ninguno de ellos tiene un carajo que ver con un tour educativo barato en un país tercermundista trasatlántico...
Podría reírme o indignarme, pero en realidad me entristezco. Porque sé que gracias a la apatía, la abulia y la falta de compromiso de los pequeñoburgueses como yo es que estos tipos ejercen la representación de los estudiantes universitarios. Los pienso cada vez más seguido. Y cada vez que me dan vergüenza, me doy vergüenza.

*Me supero a mí misma. Esto es peor que Simon and Garfunkel.
** Publiqué y descubrí después un par de errores, pese a que revisé (o traté de revisar). Usted, que lee gracias a la magia del rss que no actualiza como yo cuando descubro mi bestialidad, sepa disculpar...

El precio de la fama

Con el perdón de la gente linda que me lee y me comenta (y la que no me comenta también), con este comentario hace un mes y pico me recibí de blogger:

"NATITA ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Yo te ví­: Sweet Charity":

sos un verdadero imbecil con todo el perdon de la palabra... no soporto a la gente que califica a los actores por su teatro televisivoooooo porque no te subbis vos al escenario, se nota que no entendes nadaaaaaaaaaaaaaaaa

Yo por mi parte destaco muy favorablmente a la señora Florencia Peña, me parece que estuvo sensancional en el papel de Charity no le quead otro otro calificativo.. tampoco estoy de acuerdo con lo que escribiste arriba de "ausencia de publico"... por que las veces que fui no fue asi.. pregunto y con total sinceridad entendes algo de todo estooooo???????????????????????
Bueno me retiro queria dejar dicho que no estaba de acuerdo con lo que habias planteado... lo demas si muy bien la obra es fantastica... igualita a la de broadway me atreveria a llamarla... pero es logico no son los mismo productores....
?Tenes idea de eso.....? O te limitas criticar a la peña solo porque no te gustaaa?????????????"

¡Quería compartirlo con ustedes!

Nunca está demás repetirlo, nunca está demás repetirlo...

Como noto que suelo jugar a la "incisiva" sobre consumos culturales, me gustaría dejar registro de un consumo sobre el que no puedo ejercer las más mínima distancia crítica, sencillamente porque me fascina. Lo confieso: yo soy fan de Les Luthiers.
Todo comenzó (algún tiempo atrás en la isla del..., no,no, perdón...) hace muchos muchos años, con uno de los primeros casettes que recopilaban temas sueltos de espectáculos lutherianos. Creo que es el Volumen IV... En ese compilado robado de la casa de mis tíos piolas había varios hits, entre ellos "Serenata Mariachi", tema que puedo señalar sindudamente como el origen de mi fanatismo por los muchachos de moñito... Ese descubrimiento nos impulsó, a mi hermano y a mí, hacia la búsqueda de nuevo material, búsqueda que fue gratamente satisfecha por el espectáculo Grandes Hitos (1995) un compendio de varios números geniales de la historia de Les Luthiers (La zarzuela "Las majas del bergantín" nos confirmó que nuestro fanatismo iba en el camino correcto). A partir de allí fuimos espectadores fieles de todos los conciertos, pero también rastreadores de sus viejas grabaciones en cd y en video. Durante todo ese tiempo mi tía buena (fiel compañera de espectáculos y gran regaladora de entradas) recordaba un espectáculo que habían visto a fines de los '70 y que para ella era "el mejor de todos los tiempos". Por supuesto, no recordaba el nombre, pero tenía claro que había algo "del descubrimiento de América"... Averiguando en un mundo pre-banda ancha (porque llegamos tarde a internet en casa) logramos dar con "Mastropiero que nunca" y con "Cantanta del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierra de Indias, de los singulares acontecimientos en los que se vió envuelto y de cómo se desenvolvió".

Voy a utilizar por primera vez este boludo recurso "embebedor" por tres razones:
a) para sacarme el mal sabor de boca del post anterior
b) porque el catecismo de la iglesia lutheriana es una misión indeclinable
c) porque se me canta.

Dicho esto, disfruten una de mis obras preferidas de Les Luthiers de todos los tiempos (va en dos partes), con el perdón de D. que detesta que sabiendo los números de memoria arranquemos las carcajadas por adelantado:




Que me perdonen nuestros hermanos los primates por esta ofensiva analogía...

Acabo de soportar uno más de los múltiples encuentros con el maltrato cotidiano que nos depara esta ciudad. Mi contrincante en el round de hoy fue Ticketek, encarnada (nunca mejor dicho, se verá) por sus matoncitos a sueldo contratados como "seguridad" para la venta de entradas del concierto de Madonna. Primera aclaración importante: yo no voy a ver a Madonna, ergo, me importa muy poco su concierto, su venta de entradas y/o sus matoncitos a sueldo. Pero... Los señores que monopolizan la venta de entradas a espectáculos en la ciudad de Buenos Aires decidieron, gracias a una proverbial incompetencia, que deba lidiar no sólo con los matoncitos sino con la horda de fans enardecidos que no lograron comprar sus entradas (esto porque la empresa en lugar de tener una política lógica para la cantidad de entradas vendidas por persona, decide alimentar a todos los queridos tránsfugas que harán su negocito con la reventa...)
Intentaba yo hacerme de unas entradas (para los maravillosos, geniales y supercalifragilísticamente talentosos Les Luthiers) que había adquirido por internet (doblemente monopolizadas por Ticketek, dado que acepta una única tarjeta de crédito) y por las que había pagado una suma escandalosa por "Costo de servicio" para evitar la tan argentina costumbre de hacer cola frente al teatro. Cuando llego al "punto de venta" la situación era un caos. Había 500 personas esperando pasar sacar entradas para Madonna, para cualquier otro concierto, espectáculo y/o evento comercializado por Ticketek (hagan la cuenta) y para retirar las susodichas entradas. Los monos de seguridad contratados para la ocasión habían decidido, con la amplia y preclara visión que le dan sus inflados músculos, que una sola fila era lo más eficiente para "custodiar" (léase esto, prepotear gente con tonito superado, biceps en alto y venas a reventar). Cuando voy a preguntar, inocente yo, cómo hago para retirar una entrada me señalan una nutrida fila de fans ansiosos, compradores varios y seres anónimos con caras de fastidio. Cuando insisto en que lo que quiero es retirar una entrada ya comprada, el mono a su vez insiste, en un tono bastante menos amigable (como si el tono original hubiera sido algo así como amigable...), "es la misma para todo..." Para esa altura yo echaba humo por las orejas. Me banco bastante poco la incompetencia, menos aún cuando estoy pagando una suma escandalosa a una empresa que debe, en teoría, facilitarme el servicio y ahorrarme toda esta escena. Pero el hecho de tener que lidiar con ocho (no miento) monos, pero en especial con el portavoz, jefe del "operativo" con campera de cuero, gel en el (ralo) pelo y barbita candado de garca llevó las cosas a extremos límite. Esta podría haber sido una experiencia más de cómo nos dejamos avasallar por el sistema y somos incapaces de reclamar por lo que nos corresponde, si no fuera porque la situación se salió por completo de control cuando los monos tuvieron que salir a comunicarle a 500 tipos en llamas que no había más entradas para Madonna. Esto generó un revuelo importante, gente entrando y saliendo, desarmando la fila y el típico conflicto del reclamo "cómo puede ser que no haya más si hasta recién había..." Mientras los monos pretendían debatir con los susodichos fans, varios de la fila que estábamos allí como carneritos bancándonos esa situación al soberano pedo perdimos la paciencia en una mágica epifanía colectiva y salimos a increpar a los monos esgrimiendo el elmental argumento de que armar una única fila era una decisión bastante pelotuda, pero que además, cobrar extra por un servicio que no se brinda era, cuanto menos, una estafa. Los monitos espezaron a descontrolarse: la cordinación entre el movimiento de sus pesados cuerpos en simultáneo con un intento de lenguaje articulado, los hacía comportanse como Ben Stiller y Owen Wilson en la escena de Zoolander que cita a 2001- Odisea del espacio (si no la vieron, véanla). Uno de ellos, el matoncito portavoz, estaba dando clara rienda suelta a la agresividad efecto secundario de su dieta a base de anabólicos, pero al mismo tiempo (titánica tarea) intentaba tener algún tipo de victoria "verbal" con sus oponentes (calculo que su última neurona en funcionamiento comprendió que si fajaba a un cliente se le acababa la changa). Además de sostener permanentemente que "Yo no soy de Ticketek, a mí me contratan" (curiosa reflexión sobre la responsabilidad que se asume ante un trabajo, pero que no deja de ser cierta: como obviamente los monos sólo fueron contratados extraordinariamente por el bolonqui madonnesco (porsupuestamente en el más absoluto negro) si alguno de ellos en un exceso le rompe el cráneo a alguien, ¿quién responde por eso?), uno de sus brillantes argumentos fue decirle a un flaco que le reclamaba por el tiempo que estaba perdiendo, haciendo pucherito: "Vos estás estás acá comprando algo para divertirte, yo estoy trabajando para ganarme el sueldo..". El estupor que nos embargó a todos (incluido el pibe) fue tal que dejamos de tomar en serio al mono y partimos a hablar directamente con algun representante de un eslabón apenas más arriba en la escala evoluptiva (aunque yo para esas alturas tenía unas ganas irrefrenarbles de reventarle las pelotas de un rodillazo certero, pero me contuve imaginando que dificilmente pudiera infringirle el menor daño, la ingesta irrefrenable de anabólicos debe haberlo convertido poco menos que en eunuco). Después del planteo en masa los muchachos de Ticketek y sus matones neandertales "descubrieron" que la forma lógica y correcta de resolver el problema era habilitando unas cajas para retirar entradas, otras para los eventos regulares y el resto para el benemérico concierto madonnesco, con sus respectivas filas independientes. Así se descomprimió la situación en minutos, salvo para los que nos quedamos como unos pelotudos dejando autógrafos en el libro de quejas. Debo aclarar que me siento bastante pelotuda escribiendo en el libro de quejas, porque es evidente que lo leen para entretenerse en los cambios de turno (si lo leen) pero me indigó hasta tal punto pagar por un servicio y tener que lidiar con el maltrado de un cacho de carne con ojos que esta vez, sí, voy a perder más tiempo para nada y voy directamente a Defensa del Consumidor. Eso o pongo un par de bombas cual Club de la Pelea en 4 o 5 gimnasios de patobas de Buenos Aires.

Un servicio a la comunidad

En este momento de debate de alto nivel sobre tribus urbanas e identidades adolescentes, no quería dejar de apuntar esta sabia definición:

El flogger es un boludo alegre

Declaración de principios

"Me proporcionaba placer sacar nombres de la manga, inventar vidas que nunca habían existido, que nunca existirían. No era precesamente como crear personajes de un relato, sino algo más grandioso, algo mucho más inquietante. Todo el mundo sabe que los relatos son imaginarios. Sea cual sea el efecto que puedan hacernos, sabemos que no son verdad, incluso cuando nos hablan de verdades más importantes que las que podamos encontrar en otra parte. Contrariamente a lo que pasa con el narrador, yo le ofrecía mis creaciones directamente al mundo real, y por lo tanto me parecía posible que pudiesen afectar a ese mundo real de un modo real, que pudiesen finalmente convertirse en parte de la realidad misma. Ningún escritor podría pedir más."

Paul Auster,
La habitación cerrada


¿En qué estábamos?

Bueno. Vuelve el perro arrepentido... (contaba el Chavo del ocho). Ante todo, un saludo a todos los que me conocen (¡Hola, J.!) y un reconocimiento especial a R. que después me reclama en la vida real que no le contesto los comentarios de identidades esquizofrénicas... Dicho esto, procedo a listar una serie de cuestiones acaecidas en los últimos meses:
- Mi proyecto más importante de los últimos tiempos pudo ser. Es notable lo que se puede conseguir si uno se dice que sí a uno mismo. Varios proyectos que no son míos pero en los que estuve involucrada, no sólo cierran (al fín, cuando insistían en volver como zombies de George Romero) sino que tendrán frutos concretos.Ya habrá tiempo de que me boicotee en algún nuevo emprendimiento...
- En mi nueva política de "Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago" voy a estar coordinando un curso de formación de formadores en educación sexual integral en la escuela secundaria.
- Fuí, ví y firmé. Fui testigo del casamiento de una amiga. (¡La gente se casa, gente!). Mi desempeño multitasking durante el evento permite agregar cómodamente wedding planner como una de mis habilidades no redituables... Ahora, además de insistir con la repostería y con los diarios de la niñera (porque yo quiero ser Narda y Scarlett al mismo tiempo (boluda, me dicen...) también me las arreglo para hacer ¡maquillaje de novias!
- Viajar sola me gusta. Bastante. De todos modos, no sé si puedo sostener que viajé sola, porque compartí dos días de mi vida con una pareja compuesta por una concheta porteña y un tano alto, apuesto y canoso (Sigmund, Sigmund...). Fue bastante curioso encontrarlos en los mismos asientos en el viaje de ida y en el de vuelta, pero comencé a preocuparme cuando los ví en el mismo complejo de Buenos Aires en el que estaba(mos) celebrando el cumpleaños de la mariposa vengativa (alias A.).
- Al respecto del viaje, me gustaría apuntar cuánto ha mejorado el servicio de ómnibus de larga distancia si uno se atreve a pagar la pequeñoburguesidad (si se me perdona la oximorónica yuxtaposición de pequeñoburgesidad y ómnibus de larga distancia). Eso sí, el dvd de "Los mejores videoclips de Luis Miguel" se lo podían haber ahorrado. Ojo, vale decir que fue una interesante experiencia antropológica. Por empezar, sirve como un acabado compendio de todo lo kitch y lo cache de la civilización occidental (cuando digo todo, es t-o-d-o: las camisas abiertas hasta el cuarto botón, los sobreimpresos con llamas, el fundido encadenado, los cabellos al viento, la bijouterie estridente (ambos sexos), el croma psicodélico noventoso, los zapatos blancos, el cuarto perfil y el ceño fruncido, las señoritas de abultada cabellera en composé con el escote, el uso doloso del blanco y negro y del sepia...). Por otro lado, sirve para demostrar por qué los tanos altos, apuestos y canosos comparten el viaje con otras que, claro está, corean a viva voz todos los temas arrodilladas en sus asientos (en lugar de mirar de costadete la pantalla con una mueca aterradora de sarcasmo escuchando al mismo tiempo a todo volúmen música más pretendidamente cool en el mp3...)
- Vale apuntar que la vuelta fue bastante menos ríspida gracias a la invaluable ayuda de la industria cultural (cuando el síndrome de abstinencia comenzaba a atacar...) Me dí un atracón de comedias románticas. En cuanto dejé la mochila en casa, encendí la TV y Volver me recibió con Subí que te llevo, a mi humilde entender la mejor película de Sandro. Después vino Only you y pude renovar una vez más mi amor incondicional por Roberto. Y más tarde, La condesa farsante, una peli para TV recontra trucha con Tea Leoni que siempre me hace reir por su romance tosco y atolondrado. Cuado terminé con las comedias románticas y volví a la trasnoche recordé mi nuevo crush televisivo del mes: me encanta Jon Stewart, de The Dayly Show. (Sí, estoy de atar, agradeceré que no me lo recuerden).
- En las últimas 72 horas volví a demostrar mi penosa habilidad en The friend zone y a ahogar mis penas en vino y fernet con coca. Sería interesante no volver a reincidir en ninguno de ambos excesos. (Nota adicional: si algún muchacho vuelve a "festejar" que consuma el susodicho fernet con gesto cómplice de "sos un amigo" no respondo de mis actos).
- Cierta gente que conozco (y quiero) está fascinada con Facebook. A mi me despierta una fobia sin precedentes. A tal punto que me niego a experimentar y malgasto minutos de terapia con la Señora en discutir porque creo que me da pánico este tema de la exposición y la virtualidad (y la vida social en general, llegado el caso). Lo curioso es que la Señora es muy mayor y no tiene del todo claro qué corno viene siendo Facebook, así que nuestra interacción es bastante desopilante...
- Siguiendo con la línea de la virtualidad, el blog recibe comentarios inesperados (se agradece a Natanael sus gestiones, puede pasar a cobrar su comisión por ventanilla).
-Publíquese y archívese.