Si se me perdona la banalidad...

Entiendo que hay cosas más importantes que decir y que pensar sobre Alfonsín en este momento, pero lo único que se me ocurre tras escuchar el comunicado de don Cleto es que a la figura más emblemática de la democracia argentina se le ocurre morirse justo cuando la presidenta está arriba de un avión, cediéndole la oportunidad del estrellato al salame del presidente en ejercicio. Ah, la lealtad de los correligionarios...

Se viene el zurdaje

La Nación se supera día a día. A título de la sentencia judicial que obliga a la administración macrista a devolverle a los maestros los días descontados de sus sueldos por los paros de 2008 (que haya que informar esto es ya bastante lamentable, pero sigamos...) publica un artículo con la volanta "Conflicto docente / decisión polémica". ¡Qué rigor informativo, carajo! Ya en el cuerpo de la nota se destaca esta joyita: "una sentencia en la que invoca la Constitución reformada por el primer gobierno de Juan Domingo Perón en 1949 y textos de Carlos Marx".
A propósito de los fundamentos del fallo y porque es evidente que la nota les estaba quedando ideologizada pero por demás endeble, agregaron una columna del constitucionalista Gregorio Badeni que cuestiona las fuentes utilizadas por el juez para la redacción de la sentencia. La Nación, en un brillante pase mágico metonímico, atribuye el "autoritarismo" con el que Badeni había calificado a la posición de Sampay en 1949 citada por el juez Gallardo al fallo que condena al gobierno macrista.
Es increíble que la vieja tribuna de doctrina sienta que debe dar este tipo de rodeos para decir lo que en el fondo (y en el frente) piensa: que es el cronista de guerra de Macri, paladín de la justicia, contra los malditos bolcheviques, véala en su praxinoscopio amigo.

Como cambia las cosas el cambio (Tautología contursiana)

Tuve que pelearme con mi proveedor de Internet y eso llevó a que discutiera con mi hermano y que en el fragor de la disputa haya tenido que recordarle que el fondo del problema es que somos dos adultos con ingresos independientes conviviendo en la misma casa. Si la convivencia suele destruir parejas enamoradas es evidente lo que puede lograr por un par de hermanos veinteañeros (necesito aferrarme todavía a este adjetivo).

Lo que vuelve insoportable cualquier discusión con mi hermano es que somos muy diferentes, aunque en general lo que complica las cosas suele ser aquello en lo que nos parecemos. Después de años de gritos, aprendí que parte de la solución está en la frase “Acordemos en que no estamos de acuerdo”. El tema es que su efectividad siempre está minada por el desgaste de la repetición.

Podría hacer una lista de las cuestiones vergonzosas que le soporto a mi hermano desde hace años, y de hecho ya lo hice varias veces. Pero hoy por primera vez me di cuenta de algo. Lo que él hace (y sobre todo lo que él deja de hacer) está condicionado por lo que yo hago. Con prolijidad he alimentado un escenario que me complica cotidianamente. Ahora, con sorpresa, advierto un modo de encarar las cosas que no ejercita la queja sino que puede tener algún efecto mejorador.

En otro orden de cosas, me quiero quejar de algo y no puedo. Es la segunda vez que me pasa en pocos días. Sólo diré: qué difícil es sostener las amistades, el trabajo, la vida (¿la pareja?) cuando no es la serendipity cotidiana la que alimenta el encuentro. Cuánto trabajo, cuánto esfuerzo. Me alegra saber que para un montón de cosas yo todavía tengo ganas de hacer el esfuerzo.

Finalmente caí en mi propia trampa de este “pública en el anonimato / anónima entre mis conocidos”. Primero me incomodó, después me di cuenta de que es la posibilidad de volver a escribir y dejar de abandonarme sólo a la catarsis (o lo que es peor, la catarsis de la tragedia íntima/ ínfima).


PD. La única vez que escribo offline porque estuve todo el día de ayer sin internet y poder pasar dos parrafitos mínimos de un word p'acá me robó media mañana. ¡Delicias tecnológicas de ayer y hoy! Ma sí, que vuelva el WordPerfect...

Pelotudos unidos, jamás serán vencidos

Desde hace tiempo vengo desarrollando una alta fobia a FaceBook, me parece un cóctel concentrado de todo lo malo, lo berreta y lo idiota de la sociedad contemporánea. Al principio la indignación me obligaba a arrancar con largas parrafadas de desprestigio cada vez que algún mortal de mi círculo íntimo osaba mencionar el uso de ese engendro (y créanme, todavía me asusta que tantos se haya entusiasmado con eso). Con el tiempo aprendí a evitar las miradas de entre odio y desprecio que me ganaba con la prédica y reduje la expresión de indignación a un suave desdén. Hasta ahora. Acabo de ver en la tele que más de 80.000 personas "adhieren" en FB a la marcha de mañana. I raise my case.

Una de arena...

Igual, después revisé mails y encontré una perlita que llega de mis contactos con el lado oscuro (siempre hay que mantener monitoreado al enemigo): el aparente artículo de un periodista alemán (que no existe) en un diario alemán (que dejó de circular en 1939) en el que se dice, entre otras barrabasadas carentes de fundamento y para peor, del más mínimo verosímil:

"Ya es sabido que el gobierno de la Sra. Kirchner no llegará a su término y será violentamente despojada de su cargo a corto plazo por fuerzas civiles integradas por ciudadanos comunes y miembros activos del sector agropecuario. Lo más impactante de toda esta situación, es que los sectores productivos del agro que hoy protestan contra las usurarias y despiadadas retenciones, son grupos que están armados, tan armados como si fueran paramilitares o guerrillas urbanas y de los grandes cordones verdes de las grandes ciudades de ese país (Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Mendoza y la Patagonia), así como también están armados los grupos leales a la familia gobernante, lo cual nos hace sospechar que el futuro estallido social que se avecina en un corto y mediano plazo entre los argentinos será cruento y sangriento."


Esta prosa digna de la revista Cabildo es una expresión más del grado de miserabilidad al que ha quedado reducida la participación política en Argentina. Eso que alguna vez llamamos "crisis de representatividad", que acabó por hacer estallar el sistema de partidos y que hoy se manifiesta en este marchismo abanderado de facismo descafeinado, es hija del progresismo desorientado y de la derecha más lúcida, más orgánica, más ambiciosa en años. Mientras ya no existe un sólo referente claro de lo que alguna vez fue o pareció la "centro izquierda", la derecha engendró varios modelos compatibles con el siglo XXI que no se parecen en nada a la imagen vetusta de los viejos carcamanes de la UCeDè. Y que, está visto, no temen agitar viejos fantasmas de guerra civil y, cómo no, de teoría de los dos demonios.

Insisto con lo de ayer, lo que no puedo entender, lo que no puedo soportar, es este desparpajo. Ya ni siquiera les hace falta una prolija operación de prensa con el establishment mediático nacional, ahora les alcanza con rumores trasnochados que se desmienten en dos clics (si no con la sola lectura menos que atenta del estilo pasquín...) para arriar a esa clase mediaestúpida (decía Mafalda) a jugar por un rato al desahogo, al clamor popular.

A esta altura ya tengo miedo. Miedo. Y lo que más me asusta no son ellos. Es que ya no puedo ni siquiera imaginar quienes podemos (y debemos) ser nosotros.

Una de cal...

Acabo de ver en el subte a un flaco que portaba un llavero del Principito con el cordero. ¡Eso es entender todo! Me alegró la tarde.

Catarsis impaciente y desprolija

El país está patas para arriba (¡feliz cumpleaños!). En el aniversario del "voto no positivo", en los albores de la conformación de un frente derechoso cool (guarda, que a lo mejor es lo que nos hace falta para resolver el tradicional "empate" de Portantiero, pero leído a través de un filósofo más de estos tiempos, digamos un Alejandro Rozitchnner), a mí me sorprende otra cosa. Hace unas semanas Susana Gimenez se fue de boca y arrancó en los medios un debate sostenido (como pocas veces antes, más allá de la mediocridad de las posiciones) sobre la "inseguridad", los pedidos de mano dura y, en el extremo, la pena de muerte. Más allá de las opiniones, más allá del asunto en sí, lo que me llama la atención es justamente el modo en que se viene desarrollando la cobertura mediática; cómo temas de "interés nacional" se debaten en los ratos libres que dejan los enigmáticos de una foto de un famoso lamiéndole un cachete del culo a una señorita voluptuosa y turgente. Está claro que el tema (y más que el tema, el conflicto alrededor del tema, y más que el conflicto, ciertas aristas conventilleras del tema) prendió en la agenda mediática y sobre todo en la agenda televisiva, pero de la forma más extraña. Intrusos y Los profesionales parecen ser el foro y a la vez la principal caja de resonancia de las declaraciones. No es gratuito que, de pronto, Susana y Marcelo (ay, la familiaridad de Doña Rosa en el nombre de pila) tengan tantas ganas de hablar sobre el tema. No es inocente el modo en que la TV está amplificando un discurso que es tan insustancial, tan vacío de contenido.
No puedo dejar de leer en la programación de Villaruel cierto despegue, apurando y apostillando "Pena de muerte" a La vida de David Gale en la noche de Telefé, sacada de la galera. Pero al mismo tiempo, noto ahí un defasaje que encuentro también en otro paradigma de cierto discurso progesista como es, en ciertos temas, Página/12 (y por favor, agradecería me ahorren el necesario hilar fino sobre Página y sus oscuros intereses corporativos, porque lo que interesa acá es que vende verosímil progresista y eso es bastante difícil de discutir, más allá de sus acentuaciones más o menos oficialistas). Hoy Página publica a propósito del tema un artículo de Eduardo Grüner. Yo apenas lo entiendo (que es una forma un tanto culposa de decir que no lo entiendo). A ver si tomamos conciencia de este detalle: soy egresada de la sacrosanta Universidad de Buenos Aires con una licenciatura en el campo de las Ciencias Sociales y no entiendo la posición que se supone intenta competir con el discurso de "Susana" y "Marcelo". Esto no es gratuito. Y tampoco es inocente. Martínez Estrada, Kant, Hobbes, Freud, Marx, Hegel, Badiou, Victor Hugo, Conrad, todo tipo de vocabulario técnico y pseudotécnico, neologismos atractivos (divertidos, incluso) para la academia, que no alcanzan para decir nada (nada) que se puede comprender con la claridad, la contundencia, del nefasto sintagma del "Susana" o el tono entre crispado y angustiado de la enunciación de "Marcelo".
Mientras la dirigencia del campo, en este preciso momento, pretende chicanear con el "triste espectáculo" de una vaca muriendo de sed, en un país donde miles de chicos se mueren de desnutrición, los medios eligieron sus portavoces. Es indignante, es preocupante, pero sobre todo es triste, que no haya una sola voz que pueda, con claridad y coherencia, hacerle frente a esta prédica de "la letra con culos, entra".

¡Esto es el acabose!

Ahora no sólo me baño con agua fría sino que me acabo de cortar un dedo y lo único que encontré para vendarme es un cacho de cinta adhesiva porque alguno de los tortolitos terminó las curitas y no repuso (como todo artículo de primera, segunda o tercera necesidad que se consume en esta casa).

Atenti con mi nivel de fastidio con la convivencia que ahora posteo en tiempo real y todo...

En otro orden de cosas, en un nuevo episodio de El mundo contra mí, seguimos remando en dulce de leche repostero (diría mi buena amiga La Chiqui). Insisto. ¿¡Para cuándo los abrumadores golpes de suerte que madre promete ante mis quejas: "Serás recompensada..."!? ¿Podrá ser en esta vida?, porque mucho me temo que en la próxima me toque ser alguna criatura invertebrada...

Y pasó lo que tenía que pasar...

Mi hermanito ha virtualmente mudado a su novia al depto que compartimos. Nunca más elocuentes las palabras de la sabiduría popular: "Tres son multitud". No sólo debo luchar por algún centímetro cúbico de agua caliente remanente, ahora caen todos los días a la hora de la cena, pero, ojo, eso sí, no quieren "abusar de mi hospitalidad".

Ya expuse en variadas ocasiones mi vínculo con el karma. Dadas las circunstancias, ¿soy una ilusa por esperar ser recompensada? Porque tengo un par de cositas en mente para mi lista de demandas...

¡Feliz, feliz no día de la mujer! ¿A mí? ¡A tú!

Es increíble cómo una fecha que reconoce a la mujer como parte del movimiento obrero y sus reivindicaciones puede ser resignificada de manera tan absurda por la sociedad de consumo. (Sabrán disculpar una vez más mi pertinaz estupidez para reconocer las victorias ideológicas del capitalismo). Hay, por supuesto, mil quinientos artículos, post, mails y presentaciones de powerpoint con saluditos alusivos. Y hay, por supuesto, quichicientos mil artículos, post, mails y presentaciones de powerpoint indignados que hacen hincapié en diversas acentuaciones del patético Boca-River de Feminismo/ Machismo.

A mí, simplemente, me gustaría destacar una feliz idea del programa de Ari Paluch (adalid de la libertad de expresión y la igualdad de género), que propone celebrar el "Día de la Mujer" con el simpático concurso: "¿Qué es más difícil para una mujer?", en el que los oyentes deben votar entre tres jocosas opciones, a saber:
-"Entender la ley del offside"
-"Cocinar como la suegra"
-"Hacerle el favor al marido sin la excusa de que le duele la cabeza".

Si bien la lista de opciones es en sí bastante pelotuda, me gustaría quedarme con la última, porque de manera especialmente efectiva, económica, condensa la perspectiva ya no machista, sino profundamente idiota.

Vamos por partes. Arranquemos por el eufemismo "Hacerle el favor". Ante todo, una elección paradigmática triste y pusilánime, digna de una tía abuela pacata y añosa. No comprendo si la fórmula está llamada a despertar agún tipo de hilaridad o si es simple mojigatería. Pero peor aún, ya no hay dos adultos consintientes que "hacen el amor" o tienen sexo, o simplemente cogen o "se acuestan", sino que en una imagen lamentable (y apolillada) ella acepta "de favor" ceder al deseo sexual de su pareja. Que, por otro lado, sólo puede ser el "marido"; porque, curioso silogismo, ser mujer es sinónimo automático de "esposa". Ahora entendemos bien el panorama: la señora esposa que de tanto en tanto (y sólo de tanto en tanto) acepta de favor "hacer la porquería" (vamos, empujándolos un cachito así, a lo mejor lo decían... Y me los imagino como Jorge Luz con el vestido de la Porota). Por eso la aparente importancia de la excusa: "Me duele la cabeza".

A mí me duele la cabeza de pensar que todavía se insista con el estúpido estereotipo de que la mujer no tiene ganas y que no sólo no las tiene sino que, ¡qué vergüenza!, además necesita esconderlo con una excusa tan prosaica.

De todas formas, lo que más me indigna (claro, ¿me iba a privar?) no es el abordaje, insisto, ya no machista sino más bien pelotudo, del conductor y sus secuases. Lo que me violenta son las pelotudas de las oyentes que llaman convalidando la ocurrencia. Después recuerdo que en Argentina no se puede tomar un analgésico para dolores menstruales sin que nos anuncien que, como todo, lo hacemos para no hacer sentir mal a los tipos y me convenzo de que de nada vale mi berrinche. Más vale canturrear con voz finita y dulce, brindar con New Age o alguna de esas porquerías y corear ¡Feliz día, chicas!