¿Para qué un blog? ¡Para ésto!

¡Tengo comentarios! Me ha llegado la notoriedad bastante más rápido de lo esperado. ¡Qué maravilla las Nuevas Tecnologías (¿debo decir NTICs?), la toma directa y sus formas de satisfacción instantánea! Prerrogativa de este medio (¿o género, o lenguaje, o materia de la expresión, o dispositivo, o hiperdispositivo?), no puedo dejar de celebrarlo y compartir mi algarabía.

En otro orden de cosas, ahora que tengo blog, con comentarios y todo, carezco de una cosilla bastante más estructural: se murió mi computadora. Participo con dolor de su fallecimiento; espero que la autopsia me permita recuperar media vida que tengo metida ahí adentro y que perderé por completo por no haber cumplido el nuevo mandamiento: "Backupearás a ritmo suficiente y sostenido".

Asumo que es posible hacerme del contenido de Mis documentos, no así de bastantes mails que aún no había copiado ni guardado en carpetas (para colmo uso una cuenta que descarga los mails en el Outlook y no deja copia en la web. Sí, lo sé, soy una hereje), ni los seis millones de blogs que leo que alguna regularidad, entre otros quichicientos marcadores del Mozilla.

Ahora lo único que me viene a la cabeza es otra frase del mismo libro de Eco al que pertenece la bajada en el título de este blog y que se asombra de que con la computadora el ser humano haya creado por primera vez un procedimiento sistemático para el olvido. (Para los que se lo pregunten, el libro es "El péndulo de Foucault", pronunciado en forma literal con fonética rioplatense por amiga cercana que no frecuenta el ciberspacio; ni los libros, for that matter...)

Todo esto, oh ironía, a sólo una semana de haber concurrido a instancias de un pedido de mi señor jefe a cierto horrendo espacio ¿cultural? de la Ciudad de Buenos Aires donde la gente en todo su esplendor se aglutina, a escuchar sobre las maravillas de la digitalización y las nuevas herramientas informáticas para la preservación de contenidos y bienes culturales.

Que, dicho sea de paso, implicó recorrer media ciudad en hora pico (una horita...) en un automóvil particular con mi señor jefe y su señorita novia que lo alimentaba en la boca con obleas mientra este conducía.

3 comentarios:

Cinzcéu dijo...

Esta noticia acerca de la PC me resulta cual coche fúnebre a quien tiene familia en terapia, pues a la mía la quemó un rayo (ninguna metáfora, un rayo de endeveras) durante la tormenta de anoche y, cual Maradona, está en manos de expertos y con pronóstico reservado.
No tengo opinión formada sobre el tema de la memoria y el olvido así que concluyo: si yo tuviera una novia que me alimentara en la boca con obleas, me vendría a la memoria que no compré cigarrillos y la dejaría olvidada en el primer semáforo.
Feliz regreso, Isa, a este medio.

intervalo discreto dijo...

disiento con el amigo cinzcéu.
quiero que me den óperas, no obleas, sino óperas en la boca.
hola isa, feliz regreso a este género en formación, tal vez.

Isa dijo...

Este blog se declara abiertamente enemigo no de las obleas ni de las óperas (o las Óperas) sino de la alimentación de humanos adultos cual babuinos del zoológico.

Con respecto a "esto", aún no lo tengo demasiado claro pero asumo que ambas bienvenidas no son contradictorias. ¡Se agradece!