¿Que se vayan todos?

Cuando ya se agotaron los análisis del "cacerolazo" de 2001 porque no queda forma de esconder argumentativamente que la clase media sólo se altera cuando le tocan el bolsillo, resulta que "espontáneamente" a un grupo de trasnochados se le ocurre apropiarse del recurso para salir a defender a la aristocracia terrateniente (prohibido salir a hilar fino sobre los "pequeños productores", por favor) y a su apuesta mafiosa para defender sus márgenes de ganancia. Las pelotudeces (y las hijoputeses) que hubo que escuchar dan ganas de volverse kirchnerista. Casi salgo disparada a afiliarme a las oficinas de Puerto Madero (no se preocupen, ya se me va a pasar).

¿Qué intereses hay detrás de esta movida? No quiero caer en la lectura facilista de los "buenos vecinos" de Recoleta y sus vínculos con la Argentina del modelo agroexportador. Pero genuinamente no entiendo. En un país con uno de los sistema impositivos más regresivos del mundo, donde la recaudación depende mayoritariamente de gravámenes al consumo y no a la renta, ¿por qué nace este afán solidario en defensa de los ingresos extraordinarios de los exportadores de soja? De verdad, no lo entiendo.

Hay quien dice que lo que encendió la mecha fue el discurso de Cristina, que lejos de ser conciliador trató de ser una demostración de fuerza. ¿Y qué otra cosa se puede hacer ante una extorsión manifiesta? ¿Abrirle blandamente el camino a la "negociación" que agita el fantasma del desabastecimiento? No sé que pasó con D'Elia y compañía. Eso tampoco lo entiendo. Flaco favor le hace al gobierno mandar un comando para-piquetero de choque. Necesito que alguien me explique lo que pasó anoche...

Realmente el análisis político-económico me supera, sólo necesito descargar la bronca, la indignación, el asco que me despiertan los "buenos vecinos", que después tienen el tupé de demandar que intervengan el Estado ante el primer piquetero que toma la calle en un intento desesperado para escaparle al hambre y la indigencia. Lo que verdaderamente me indigna es eso: no la posición pro-aristocrática, el antikirchnerismo irredento, la voracidad del nuevo y el viejo rico. No. Lo que me asquea es la impúdica fagocitación de un recurso que hasta ayer habían combatido ferozmente.

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