Catarsis impaciente y desprolija

El país está patas para arriba (¡feliz cumpleaños!). En el aniversario del "voto no positivo", en los albores de la conformación de un frente derechoso cool (guarda, que a lo mejor es lo que nos hace falta para resolver el tradicional "empate" de Portantiero, pero leído a través de un filósofo más de estos tiempos, digamos un Alejandro Rozitchnner), a mí me sorprende otra cosa. Hace unas semanas Susana Gimenez se fue de boca y arrancó en los medios un debate sostenido (como pocas veces antes, más allá de la mediocridad de las posiciones) sobre la "inseguridad", los pedidos de mano dura y, en el extremo, la pena de muerte. Más allá de las opiniones, más allá del asunto en sí, lo que me llama la atención es justamente el modo en que se viene desarrollando la cobertura mediática; cómo temas de "interés nacional" se debaten en los ratos libres que dejan los enigmáticos de una foto de un famoso lamiéndole un cachete del culo a una señorita voluptuosa y turgente. Está claro que el tema (y más que el tema, el conflicto alrededor del tema, y más que el conflicto, ciertas aristas conventilleras del tema) prendió en la agenda mediática y sobre todo en la agenda televisiva, pero de la forma más extraña. Intrusos y Los profesionales parecen ser el foro y a la vez la principal caja de resonancia de las declaraciones. No es gratuito que, de pronto, Susana y Marcelo (ay, la familiaridad de Doña Rosa en el nombre de pila) tengan tantas ganas de hablar sobre el tema. No es inocente el modo en que la TV está amplificando un discurso que es tan insustancial, tan vacío de contenido.
No puedo dejar de leer en la programación de Villaruel cierto despegue, apurando y apostillando "Pena de muerte" a La vida de David Gale en la noche de Telefé, sacada de la galera. Pero al mismo tiempo, noto ahí un defasaje que encuentro también en otro paradigma de cierto discurso progesista como es, en ciertos temas, Página/12 (y por favor, agradecería me ahorren el necesario hilar fino sobre Página y sus oscuros intereses corporativos, porque lo que interesa acá es que vende verosímil progresista y eso es bastante difícil de discutir, más allá de sus acentuaciones más o menos oficialistas). Hoy Página publica a propósito del tema un artículo de Eduardo Grüner. Yo apenas lo entiendo (que es una forma un tanto culposa de decir que no lo entiendo). A ver si tomamos conciencia de este detalle: soy egresada de la sacrosanta Universidad de Buenos Aires con una licenciatura en el campo de las Ciencias Sociales y no entiendo la posición que se supone intenta competir con el discurso de "Susana" y "Marcelo". Esto no es gratuito. Y tampoco es inocente. Martínez Estrada, Kant, Hobbes, Freud, Marx, Hegel, Badiou, Victor Hugo, Conrad, todo tipo de vocabulario técnico y pseudotécnico, neologismos atractivos (divertidos, incluso) para la academia, que no alcanzan para decir nada (nada) que se puede comprender con la claridad, la contundencia, del nefasto sintagma del "Susana" o el tono entre crispado y angustiado de la enunciación de "Marcelo".
Mientras la dirigencia del campo, en este preciso momento, pretende chicanear con el "triste espectáculo" de una vaca muriendo de sed, en un país donde miles de chicos se mueren de desnutrición, los medios eligieron sus portavoces. Es indignante, es preocupante, pero sobre todo es triste, que no haya una sola voz que pueda, con claridad y coherencia, hacerle frente a esta prédica de "la letra con culos, entra".

2 comentarios:

caca dijo...

Un post brillante, de los mejores de los mejores.

Isa dijo...

Me vas a obligar a instalar una plantilla de comentarios emoticoneada sólo para poder poner caritas rubirizadas. Se agradece la deferencia, vea.