Descubrí de manera absolutamente imprevista que no soportaría convivir con un perro. (Y menos con dos perras). El sillón es mío, mío, mío.
Una vez esperé a alguien dos horas y cuarto en el Café de la Paz. Desde ese día lo odio.
Por razones espúreas devoré en dos noches la Antología de la poesía surrealista de Aldo Pellegrini. No entendí un pito.
Hoy, un comentario "inocente" en medio de una conversación laboral me hizo revivir un trauma de la adolescencia tardía encarnado en un pantalón pescador celeste.
Mi primer lapiz labial no fue Tammy, fue un inexplicable Puppa rojo pasión. Parecía una mezcla infame de Leebon Kennedy y El Guasón.
En segundo año del colegio secundario corté con un noviecito a través de mi mamá. Hoy creo que el karma me lo sigue haciendo pagar...
Ciertas cosas perdidas por causa de Taller 2, no se vuelven a encontrar.
Cuando tenía 11 años escribí en mi diario: "La suerte de la fea la bonita la desea". Todavía me estoy riendo.