Esto bien podría llamarse cómo hacer una tesis en 15 días (más bien 3 años y 15 días, pero se entiende la idea...) Resulta que me quiero recibir (finalmente). Así que ahora veo horas y horas de corpus y escribo como una poseída sabiendo que es más bien difícil que llegue (y voy a llegar... ¡qué tanto!).
Mientras tanto, me gana la culpa por haber perdido valiosísimos días con el frágil argumento: "Todavía no estoy desesperada". Ahora escribo como una poseída porque, justamente, estoy desesperada. Y anoto este funcionamiento perverso en la lista de sinapsis sediciosas que consultaré prolijamente en terapia. Mi amiga V. solía decir, cuando nos atacaba la angustia pre- parcial por haber comenzado a estudiar faltando, con suerte, 23 hs. "¿Para qué vamos a cambiar un mecanismo que funciona?" ¡Cómo me arrepiento de seguir a ultranza los ideales de la juventud!
Mientras tanto, sufro. Porque no voy a estar a la altura de las circunstancias, porque estoy alejada de mucha gente que me hubiera gustado que participe de este momento, porque le dejo mensajes en el contestador a mi tutor anunciándole la inminente bomba y el susodicho no me contesta.
Mientras tanto, sobrevivo en base a una dieta de café frío, té de frutos tropicales y coca-cola, y me alimento de los mensajitos de mis amigas que se preocupan, acompañan, toleran la angustia y las catarsis y planean cómo acompañarme a los festejos (eso si no muero en el intento, claro).
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