Mientras cruzaba la calle con la amiga de una amiga, una camioneta 4x4 con vidrios polarizados se acercó peligrosamente al cordón en el que estábamos paradas. Pensé que quería doblar, pero la esquina era contramano. O que se trataba de un hiperexitoso motochorro. Lo que no había siquiera imaginado fue lo que pasó. Cuando la camioneta estaba justo frente a nosotras, el conductor bajó la velocidad el tiempo suficiente para sacar el brazo por la ventanilla y cubrirnos de espuma de carnaval. Cuando abandonamos la parálisis y el estupor sólo atinamos a correr el colectivo que estaba estacionado en la vereda de enfrente. Lo que siguió fue una hermosa imagen para los señores pasajeros: dos niñas tentadas de risa sacándose mutuamente los restos de espuma de los hombros, la cara y el pelo.
Hoy, merendando con dos amigas en la vereda de un bar, un muchacho con cara de turista nórdico, vestimenta de turista nórdico y acento de turista nórdico (sí, era un turista nórdico) nos pregunta chapuceramente en español de dónde somos. Supusimos que se trataba de un clásico levante descarado. Grande fue nuestra sorpresa cuando logra comunicarnos que asumió que éramos turistas (nórdicas) basándose en nuestra proverbial fosforescencia. (Batimos nuestro propio record digno de "Más que blanco, blanco Ala" instaurado en la ciudad de Rosario, que recibió nuestros cinco pares de blancas piernas con el grito desesperado desde un vehículo en movimiento: ¡Vayan a la cama solar!).
En la plenitud del sábado a la noche estoy sentada en casa escribiendo esto mientras resuelvo que dejaré plantadas a mis amigas una vez más porque siento que no puedo mover las (blancas) piernas. Sendos llamados telefónicos me confiman que el síntoma de pesadez es compartido por tres generaciones de mujeres de mi familia. Tratando de competir con mi madre le digo que es obvio que yo siento más pesadas las piernas porque peso 30 kilos más, aunque tenga 30 años menos que ella. (Por culpa de este tipo de estúpida aritmética mi analista vacaciona en Saint Tropez todo enero).
A ver si paramos con las anécdotas...
Publicado por Isa el 1/12/2008
Etiquetas: Buenos Aires me mata, La familia es la familia es la familia, Mi vida es una sit-com
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