No me preguntes, sólo soy una chica...

Como si no fuera bastante perverso que las nenas tengan que jugar a ser princesas o Barbie o princesas Barbie (dios de dios de dios de los estereotipos) acabo de ver que están vendiendo la "Princesas House". ¿Cómo se compone la casa de una princesa? Dormitorio, vestidor y cocina. Por Tutatis: una cama, un placard (si al menos fuera un ropero podrían soñar con aventuras en Narnia) y un horno. Una princesa como un ama de casa desesperada, una robótica Stepford wife. No quiero ponerme en modus Estudios de género, pero la puta, qué mensaje de la sociedad patriarcal. Un mensaje absolutamente consecuente con el mensaje que, tres generaciones después, las niñas que jugaron a las princesas compran de Sex and the City, pero aún más devaluado: sexo, pilchas y comida para llevar.

¿Por qué perdura este modelo de mujer? Justo ayer leía en Las/12 (hablando de modus Estudios de género) una crítica al comercial del Ford Fiesta construido con el sagrado paradigma de las Chicas Cosmo. Quisiera creer que una generación de nenas criadas con Hermione y las Chicas Superpoderosas podría escapar de este estereotipo rosa, pero parece que las influencias perniciosas siguen siendo fuertes. (Después de todo Hermione es sólo un sidekick de un héroe (hombre) que enfrenta a un supervillano (hombre) y las Chicas Superpoderosas son una creación de un científico (hombre) que las hizo con "azúcar, flores y muchos colores").

Claramente hay un serio problema cuando la supuesta vanguardia de las mujeres liberadas son cuatro (norte)americanas bastante pelotudas que en fondo sólo aspiran a conseguir un buen partido que las mantenga y les compre un departamentito (o un departamentote). Lo más grave es que la confusión es tan grande que hace un par de años una especialista en TV definió a Yo quiero a Lucy como el programa de una "esposa en su casita de los suburbios" (un error tan garrafal como confundir el Martín Fierro con los consejitos de La vuelta).

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