Todo lo que sube tiene que bajar (y viceversa)

Estoy haciendo zapping entre Cuestión de peso y la cobertura de TN del bolonqui financiero en Estados Unidos que está haciendo colapsar las bolsas de todo el mundo, ante el rechazo del congreso de aceptar el ingenioso plan de salvataje de empresas pergeñado por Jorgito.
Los vaqueros neoconservadores sacan a ventilar sus viejos fantasmas. Esto dicen en el New York Times de ahorita: "Jeb Hensarling, Republican of Texas, said he intended to vote against the package, which he said would put the nation on “the slippery slope to socialism." En TN opina un economista que se apellida Loser (todo un diagnóstico). A mí, mientras tanto, me vienen a la cabeza las frases de la marcha del viernes y las fantasías de la juventú sobre la caída del capitalismo, Héctor Alterio canturreando con tonada andaluza "que la tortilla se vuelva" en Caballos salvajes y el terror que me produce trata de imaginar en qué zona del mundo aparecerán redepente arsenales de armas de destrucción masiva (pobres vecinos del noreste, sentaditos sobre flamantes reservas de petróleo) que impulsarán al capitalismo viejo y peludo nomás a reacomodarse y, de paso, reacomodarnos bien reacomodados.

Ya lo dijo Carlitos en la década del '60 (de 1860...):

"La función del dinero como medio de pago envuelve una brusca contradicción. En la medida en que los pagos se compensan unos con otros, el dinero sólo funciona idealmente, como dinero aritmético o medida de valor. En cambio, cuando hay que hacer pagos efectivos, el dinero ya no actúa solamente como medio de circulación, como forma mediadora y llamada a desaparecer de la asimilación, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como la mercancía absoluta. Esta contradicción estalla en ese momento de las crisis comerciales y de producción a que se da el nombre de crisis de dínero. Este fenómeno se da solamente allí donde la cadena progresiva de los pagos cobra pleno desarrollo, desarrollándose también un sistema artificial de compensación. Tan pronto como este mecanismo sufre una perturbación general, sea la que fuere, el dinero se trueca brusca y súbitamente de la forma puramente ideal del dinero aritmético en dinero contante y sonante. Ya no puede ser sustituido por las mercancías profanas. El valor de uso de la mercancía se desvaloriza y su valor desaparece ante su propia forma de valor. Hace un momento, el ciudadano, llevado de su quimera racionalista y de su embriaguez de prosperidad, proclamaba e1 dinero como una vacua ilusión. No había más dinero que la mercancía. El grito que ahora resuena de una punta a otra del mercado mundial es: ¡No hay más mercancía que el dinero! Y como el ciervo por agua fresca, su alma brama ahora por dinero, la única riqueza. La crisis exalta a términos de contradicción absoluta el divorcio entre la mercancía y su forma de valor, o sea el dinero. La forma que el dinero revista es, por tanto, al llegar a este momento, indiferente. El hambre de dinero es la misma, ya haya de pagarse en oro o en dinero–crédito, v gr., o en billetes de banco."

3 comentarios:

caca dijo...

era un genio en verdad, la tenía clara.

Anónimo dijo...

Siempre presente!
Y la cita me ayuda con un parcial (arresto) domiciliario!
Ud es un sol!

Isa dijo...

A mí esto de descubrir la pólvora se me da excelentemente.

Me come el león: Estamos trabajando para Usted.