Se me sube la tanada...

Balance del almuerzo dominguero familiar:

- Nona (a.k.a. abuela italiana octogenaria matriarca familiar con tendencia obsesivo-compulsiva a sobrealimentar a la tropa), 1.
- Idishe mame (a.k.a. madre italiana con severa confusión de estereotipos de colectividades), 1
- Tía Buena (mal dormida, limada y pasada de revoluciones), 1
- Sobrinos y sobrinas (carnales y políticos) de la Nona, 11
- Padre (con tendencia obsesivo-compulsiva a ingerir los alimentos y bebidas provistos por Nona, Tía Buena y en casos extremos Sobrinos y Sobrinas, mientras es reprimido verbal y físicamente por Idishe mame), 1
- Hermano (a.k.a. Joven argentino circa 25 años cuyo aporte principal al evento se reduce al traslado de muebles y el consumo de industria cultural) , 1
- Vino casero (altamente radioactivo), 8 botellas
- Vino “bueno” (consumido en un 70% por Tía Buena), 3 botellas
- Platos “del juego” (playos, hondos, de postre, de café, de té, compoteras, ensaladeras y fuentes de servir), 82
- Cafeteras italianas (rellenadas en 3 oportunidades), 3
- Pecetos mechados con jamón cocido y aceitunas (a.k.a. clásico de clásicos), 3
- Ensaladas, 4 fuentes
- Puré de papas, 2 kilos
- Pan, 3.5 kilos
- Torta (casera, claro),40 cm diámetro x 15 de altura
- Comensales en estado de ebriedad post ingesta, 4
- Cocinas implicadas en los preparativos, 2
- Camarera, ayudante de cocina, lavacopas, 1 (Yo).

A veces me pregunto, ¿la gente normal puede dimensionar el concepto de “demasiado”? Demasiada tanada, demasiada comida, demasiada gente, demasiados gritos, demasiados gestos ampulosos, demasiadas manchas en el mantel, demasiadas migas, demasiados platos sucios, demasiadas risas... Mucho. Pero mucho, mucho. Y todos felices. Felices porque celebramos eso. Que todos estábamos ahí. Una comilona como un brindis. Una comilona para cumplir una promesa. Idishe mame nos pegó un buen susto. Nona pidió y pidió por su salud. ¿Qué prometer a cambio? Lo único verdaderamente importante para ella. Una reunión grande, grande de panzas llenas y corazones contentos. Ese es el verdadero saldo del balance. Demasiado contentos. Y qué bueno que así sea...


PD. Y para muestra un botón: parte de la parentela parte a visitar a una tía vecina identificada como “Za Gorda” mientras un ejército de mujeres con similar carga cromosómica levanta parvas de sobras. Yo lavo el Everest de platos y mantengo esta conversación con Idishe mame:
Yo- (Exultante) ¡Me acordé de lo que me comentaste, fui al bazar y te traje las cubeteras!
IM- Ahhhhhhh.... Si... Bueno... Ya las compré en lo de los chinitos...
Yo- (Compungida) Ahhh... ¿También costaban $3?
IM- No, en realidad $2.50...
Yo- Plop!


¿Qué tan difícil es decir: “Qué bueno, ¡Gracias!”, eh? ¿Qué tan difícil? Demasiado.

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