Un mundo de veinte asientos

Un viaje largo en colectivo puede disparar variadas reflexiones sobre la sociedad contemporánea. Yo hago dos viajes largos por semana y me alcanza para un ramillete de anécdotas de emociones diversas. (Tengo un poco de miedo de sonar como Sarlo en sus crónicas a bordo del subte A, espero que si sucede me avisen y reseteamos...)

Primero, el vehículo. Viajo al oeste del conurbano, lo que me garantiza que dos de cada tres viajes se hacen a bordo de un bondi destartalado, con problemas de suspensión (eso con suerte, a veces los problemas son de frenos, temita que el chofer soluciona avanzando a 20 kilómetros por hora todo el recorrido, para evitar una colisión a alta velocidad que ocasionaría la muerte instantánea de cualquier ser vivo a bordo), por no mencionar esa cuestión, superficial a esta altura, ligada al uso de dos de hidrógeno y una de óxigeno en cantidades suficientes para desprender la capa de polvo acumulado desde que cayó el meteorito que extinguió a los dinosaurios y que opaca los vidrios hasta tal punto que embocarle a la parada correcta es un verdadero milagro.

Después, el Schumacher del Mercedes Benz, a.k.a el chofer. No voy a ponerme a hilar fino, sólo me interesa distinguir entre el colectivero buena onda y el forro de mierda. El primero conduce el vehículo, se detiene en las paradas solicitadas, se acerca al cordón, a veces incluso, en el colmo de la buena onda, le indica la parada a algún pasajero desorientado. El forro de mierda se ocupa de llegar a destino tratando de joder lo más posible la vida de los pasajeros, de los automovilistas que lo rodean y de todos y cada uno de los transeúntes que entorpecen su "recorrido". Suele acompañar sus bruscas maniobras con trágicas elecciones musicales a todo volúmen que aturden a todo el pasaje. Para en el mismísimo medio de la avenida y arranca cuando el pasajero todavía tiene un pié en el estribo, como si coleccionara caderas fracturadas de viejecillas. ¿Hace falta que aclare con cual me cruzo cada dos por tres?

Finalmente, los "señores pasajeros". Ah, todo un compendio de personajes, "acciones y situaciones, bajo esquemas de representabilidad históricamente elaborados". Sólo en el último viaje compartí la "unidad" con, al menos: un médico (o enfermero), una maestra jardinera (ya hablaremos de las maestras jardineras, lo prometo...), un par de ancianos y un par de viejos de mierda, una familia de paseo, un obrero (albañil, plomero o pintor, no podría precisarlo...), dos mujeres cargando gigantescos bolsos de, presumo, ropa; un policía y una monja. Pero también, y de ellas quisiera ocuparme, una pareja madre-hija a la que odié durante todo el viaje. Al principio sólo por rechazo estilísico (¡una madre! Ajjjjj... No, chiste, chiste). Fueron las responsables de una nueva emergencia de la aborrecida conducta incivil a bordo de transporte público: pelotudeo con ringtones del celular. Las miré con odio, pero no se dieron por enteradas. Descubrí después que no pelotudeaban sino que directamente eran pelotudas cuando siguieron sin darse por enteradas cuando quedó parada al lado de ellas una mujer con un bebé en brazos (o en brazo, porque con el brazo libre le daba intermitentemente la mano a una nena de unos seis años). Y bien digo, quedó parada, porque hasta que bajé ni ellas dos, ni nigún otro pasajero se dignó a darle el asiento.

Y acá quiero hacer una salvedad, lo que me preocupa no es, previsiblemente, la cantidad de hijos de puta por medio cuadrado con los que hay que convivir en la ciudad. No, no. Lo que me preocupa es la cantidad de pusilánimes (entre los que me incluyo) que para evitar escándalos se dejan ganar por el notemetás. Estuve todo el resto del día enculada conmigo misma por no haberme acercado a la parejita (no eran las únicas sentadas, pero eran las que estaban más cerca) a enrostrales su absoluta falta de solidaridad (y, de paso, incautarles el celular para hacer justicia arrojándolo por la ventanilla, ¿por qué no?).

1 comentario:

La Marmota dijo...

Buenísimo!!! Tengo problemas similares, cuando los postee te pasaré el enlace para que veas que, en la otra punta del mundo puede haber problemas similares.