"Reventarse con estilo"

Más del idiolecto de este blog... Ya mencionamos los conceptos de "Amistades clásicas", "The Friend Zone" y "Marco, el candidato". No podía faltar una aclaración sobre el sintagma del título.


Si fuera un poco más valiente, o más interesante, dejaría esta depresión de medio pelo que ya va para los dos meses y haría “algo”. Y no estoy pensando en este momento en el aspecto resolutivo. No, no. No me da para eso todavía. Sólo pienso que valdría la pena seguir uno de los primeros consejos de mi amiga D. “Si te querés reventar, te reventás, pero siempre con estilo”.

Se me ocurren algunas opciones para reventarme con estilo en este “mientras tanto” que está durando más de lo esperado, todos ligados a distintas adicciones, claro:

-Mientras termino mi último porrón de cerveza: creo que definitivamente es el momento de empezar a tomar whisky. (Sobre otras bebidas, alguna vez fantaseé con incorporar una botella de gin para mixear con la tonic de mi heladera, pero una figura de autoridad del “Mundo perdido” me dijo una vez que el gin era el paco de las bebidas alcohólicas…)

-También podría intentar con la “cosa gourmet” pero gone wild: comer tandas y tandas de cookies, panes, tartas y postres caseros hasta volverme una versión femenina del Homero hiperobeso que trabaja desde casa. (Mucho no me falta).

-O ese asuntillo de las drogas… Aclaremos, ante tanto adolescente colapsado de pastis, que debo ser una de las pocas representantes de mi generación que no probó ni siquiera marihuana. (Creo que ese tren pasó para mí, pero además… el presupuesto me da apenas para paco de buena calidad, si se me perdona el oxímoron).

-Últimamente temo por otra adicción en la que cada tanto recaigo y que tiene una rehabilitación larga y dolorosa: tratar de resucitar a los muertos del placard. (Por fortuna, en una depresión anterior convertí en zombis a dos, así que no han quedado muchas opciones).

-Finalmente, podría elegir la distancia. Irme. Por un tiempo. Escaparme de mí misma. Creo que la última vez que lo hice tenía 11 años, no tengo un gran recuerdo, de hecho, lo había olvidado por completo hasta que Madre lo rememoró hace poco. Todo lo que recuerdo fue haberme ido a caminar (estaba de vacaciones en una ciudad de la costa atlántica en la que pasé todos mis veranos hasta ese año). El viento de la costa es una gran cosa en esos casos. La aventura no duró más que un par de horas, pero recuerdo haberme sentido *libre*.

No hay comentarios: