Confesiones de una mente peligrosa

(O procedo a descolgar el espejo del baño para no verme la cara cada vez que me lavo las manos o dejo un registro acá para exorcisarlo. Me quedo con la opción A, porque todavía me acuerdo del desastre de la rejilla como para emprenderla con un espejo empotrado...)

En el fragor de la depresión después de *El Suceso* comenté a mis amigas que por un instante había vuelto a sentirme como la adolescente insegura que fui, me vi de pronto fea, gorda, aburrida... "Hasta me volvieron a salir los granos", grafiqué.

Me gustaría que mi organismo abandonara de una vez su existencia pre-metafórica, porque desde hace tres días me compañan dos granos ridículos en el mentón. (Es eso o la ingesta compulsiva de "manteca de maní", flagelo en el que he caído desde algún tiempo y que está fuera de control...)

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