Madre vs. los fenómenos proto-new age

Acabo de ver en aguafuertes castrenses (blog más que recomendable) la siguiente imagen:



Y me fui en viaje sin escalas al maravilloso momento en que Madre fue convencida por su entonces mejor amiga de participar de tal evento.

Cabe aclarar que el vínculo de Madre con la sacrosanta iglesia católica había terminado tras mi primera comunión (en la que con Madre hicimos roncha con nuestros ideales de sociedad civil cuando me presenté en la iglesia repleta de pequeñas "novias" ataviada con el guardapolvo blanco de la escuela), y de hecho, bastante antes, cuando en pleno proceso yo descubrí que la cosa no era para mí porque me hacían ir los sábados a hacer sopas de letras y pintar siluetas de jesucristo con crayón. En mi condición de hija mayor tuve que hacer el descubrimiento por vía experimental, mientras que mi hermano se cree muy pillo por no haber tenido que intentarlo, pues contaba ya con algunas premisas probadas para su silogismo deductivo. (Todo el proceso fue bastante pintoresco, si tenemos en cuenta que yo ya de niña era bastante cínica y desconfiada; de hecho la cosa era muy bizarra sobre todo en el momento de la confesión, situación que sólo podía atravesar a partir de urdir una maravillosa maraña de mentiras políticamente correctas porque no entendía por qué debía "confesar" mis pecados (que los tenía, claro...) a un "intermediario". )

Con perdón del excursus, prosigo. En algún momento de fines de los ochenta, principios de los noventa los Encuentros matrimoniales estuvieron muy "en boga"; cualquier pareja que se precie fue invitada a participar del revolucionario fenómeno. Ya expliqué que mi familia rara vez abandonaba la socialidad endogámica (ya les contaré del Club de expatriados del pueblo de papá), pero esta vez, Madre se sintió obligada a ceder ante la insistencia de su amiga y a los argumentos pro-fortalecimiento de la unidad familiar.

La cuestión es que un fin de semana Madre y Padre armaron sus bolsitos y partieron al encuentro. El relato que Madre hizo de esos días no tiene desperdicio, en especial la rutina de oraciones fingidas (a esta altura está claro que a todos nos gana el verosímil...) El encuentro tenía algo de "taller literario" y se traían como souvenires las tarjetitas y cartitas que se intercambiaban in situ. (Quiero aclarar como nota de color que Madre obligó, atinadamente, a Padre a cerrar la cuenta corriente que usaba para los pagos de la ferretería por su pertinaz incapacidad de escribir correctamente la cifra "cien" en letras... Imaginen los poemas dadaístas que éste componía.)

La conclusión, por supuesto, llegó desde el lado pragmático de Madre. Consultada por lo que conservaría como recuerdo del evento, respondía, con los ojos en blanco, que durante dos días no limpió, no cocinó y ni siquiera tuvo que hacer las camas... ¡Eso es un experiencia religiosa, carajo!

6 comentarios:

Cinzcéu dijo...

¿Hay diferencias específicas entre encuentro matrimonial, retiro espiritual y escapada de finde o son nombres de época para la misma cosa? Lo que precisa ese logo es un diseñador, urgente. Saludos (extensivos a Madre y Padre).

caca dijo...

Epa, qué linda sorpresa saberme leído por gente que no sabía que me leía.

Ah, qué gratificante.
Ah, qué placentero.
Oh, magnolia.

Lo único que me parece atinado esgrimir para complementar la información volcado por Ud. Mrs. Isa, es que en aquellos convulsionados ochentas un Alfonsín medio epiléptico permitió el divorcio como figura retórico legal para dar fin al sagrado matrimonio.

Los curitas se enojaron, mucho, y elevaron su voz de disgusto.

(todo esto es un análisis mío, pero que creo que guarda relación con la relalidad.)

Entonces pidieron ayuda al Vaticano y el Vaticano les dio fondos para que organicen esta serie de encuentros con el fin ineludible de hacer persistir a las parejas en armonia, aleccionados por las bobadas que dirían en estos retiros, que prendieron como algunas plantas.

Si analizamos el logo, que es muy feo como dijo cinzcéu, comprobaremos como el corazón se incrusta entre el símbolo de femenino y el simbólo masculino sellado en la parte de la intersección del diagrama de ben (linus) con una cruz. La cruz sella la pareja impidiendo su separación y prolongando el horror de miles de hijos que ya querían de una buena vez que se separen sus padres y se dejen de mirar Matrimonios y algo más y comer nueces.

Bueno, un beso, buena fortuna, me gustó como escribís, y más luego paso y leo el resto.

Isa dijo...

Yo voy con: oh, náyades, oh, ninfas, oh, mesas... ¡Musas! Con estos comentarios me recibí de "blogger"... (Y ojito, ustedes tres, que me quieren casi tanto como yo las quiero no vengan a hacer pucheros ahora, después de abandonarse a la lítote...)

No había asociado el "encuentro matrimonial" con ese asuntillo blasfemo del divorcio vincular... Es una buena hipótesis.

No tengo idea, Cinzcéu, de la diferencia específica entre "retiro espiritual" y "encuentro matrimonial"... Parafraseando a un horrible programa televisivo de la época, asumo que es un "retiro espiritual", "Sólo para parejas".

Este fin de semana aproveché la visita a Madre para rememorar el episodio... Parece ser que el evento incluía la visita sorpresa de los amados retoños, pero que mi hermano y yo nos ortibamos y no fuimos (o algo parecido...) Y, mejor aún, la religión sirvió para un nuevo "religare" con Madre cuando me comentó que lo que más le gustaba del lugar este es que tenía un hermoso parque, y que ella hubiera preferido dedicarse a la contemplación, al solaz y el sano esparcimiento (sin tener que limpiar, cocinar o labar los platos, recordemos), mientras que las contínuas actividades programadas (todas "mandatorias") la hacían sentir "presa".

Isa dijo...

Labar es lavar, claro. ¡Alabado sea!

caca dijo...

¿se podía cojer en los encuentros matrimoniales? preguntale a madre cuando la veas.

Unknown dijo...

¿Le preguntaste?
Este es el mejor blog del mundo. Ni me atrevo a comentar. Me da pudor tanta inteligencia. Sigo dando vueltas por acá.