Rosario (de la frontera)

Breve balance de la excursión a Rosario:

-Participé en la presentación de una investigación sobre archivos, memoria, catálogos, bibliotecólogos, entradas, criterios de búsqueda y "en Internet está todo". (La enumeración no sólo no es exhaustiva, tampoco es exacta). Con un poco de suerte, habrá sido la última vez que hable de ese maldito tema, pero me gustaría aclarar, para aquellos a los que les interese, que pueden resolver sus dudas sobre el tema recurriendo a dos fuentes: a Borges (porque en Borges está *T-O-D-O*), en "El idioma analítico de John Wilkins", y a Podetti, en Yo contra el mundo (http://weblogs.clarin.com/podeti/archives/103559.php). Ojo: en el apuro me salteé una referencia "bibliográfica" fundamental; Cinzéu ya había aclarado un par de cosas sobre el téma. Sírvanse de acercarse a leer por allá.

-La organización del evento académico al que concurrí decidió valerse de un criterio amplio, democrático y progresista, habilitando para los estudiantes "la mesa de los niños". Como la mesa de los niños fue programada un día antes de la efectiva llegada de mi grupete a la ciudad, a nosotras nos tocó una mesa de los niños que directamente quedaba en otro restaurante, al fondo del pasillo y al lado de los baños.

-Compartimos la mesa con nueve personas. Para aquellos no familiarizados con la experiencia "congresística", esto equivale aproximadamente a dos mesas. Esto implicó que el ágape se extendiera durante más de dos horas de sopor, sobre todo porque los primeros 25 minutos correspondieron con la exposición de un joven chilena que leyó "íntegro" su artículo, en tono bajo y monocorde. Participaron del evento dos jóvenes marplatenses que también leyeron (una de ellas usaba brackets; saquen sus propias conclusiones). Las tres personas mencionadas procedieron a abandonar la sala tras sus exposiciones, interrumpiendo el tiempo asignado a las demás participantes, organizando cómo hacerse de sus respectivos certificados para los marcos que, asumo, deben tener ya ubicados en las paredes de su casa. (No sabemos si la chilena debía partir con urgencia a Santiago; las marplatenses fueron avistadas dos días después en alegre caminata por la ciudad de Rosario).

-Por la generosidad de las organizadoras, expuse tres trabajos consecutivos. Todavía me dura la afonía. (Mis amigas se divirtieron como locas la noche del sábado, el pico máximo de mi "mudez", jodiendo con la ironía de que siendo la más verborrágica no estuviera en condiciones de expresarme, y jugando un verdadero "dígalo con mímica" para poder hacerme entender).

-Escuchamos algunas ponencias horribles (un clásico de la actividad congresística). Son los momentos en los que uno se reconcilia con el marco teórico y el campo disciplinar al que adhiere; al tiempo que se pregunta para qué servirán estas cosas, más allá de estimular un falso "onanismo intelectual". Pero ojo, también escuchamos nuevos datos, enfoques metodológicos, recortes de objetos, que, al menos a mí, me sirvieron para descubrir que todavía hay cosas que quiero saber al respecto; me sirven y me servirán para pensar seriamente cómo construir un vínculo abierto con el estudio y la investigación en ese campo. (Si bien no deja de ser cierto que ciertos espacios caducaron, hay cuestiones que atraviesan diagonalmente esos espacios que me gustaría poder rescatar...)

-Asistimos también a las exposiciones de las "figuras" que conocemos y que rara vez defraudan. Y especialmente, en un clásico momento definido desde la sabiduría por la pequeña A. como "cholulismo intelectual", a la presentación de un pope de la disciplina en la que no faltó nada; hubo incluso un fantástico paso de comedia en el que el malingo personaje "explicó" de este modo el signo saussureano, mirando a los ojos a su más fiel representante: "Vos sos el significado, yo soy el significante, nos miramos, y no pasa nada... En cambio si también lo miro a él y él nos mira..." (Entre otras cosas, decidimos la urgente implementación de dos pines dos de altísimo valor sectario: "Pegame y decime lingüista" y "Hasta la Victoria Welby", aunque este último pende de aprobación, porque implicaría la autorización de su autor intelectual. Valga esto como pedido al respecto.)

-Fuimos importunadas en ambos viajes en ómnibus por problemas de "pulsión invocante" o, si se quiere, por la desafortunada conciencia de que "la oreja no tiene párpado". En el viaje de ida, un fellow pasajero nos atormentó con su rigtone 100% salsa (que además no atendía a tiempo porque iba concentradísimo escuchando su reproductor de mp3). A la vuelta, los señores conductores decidieron alegrar su viaje acompañándose de radio mal sintonizada a todo volumen. El comienzo, trágico, fue a toda cumbiancha; la situación remontó cuando nos abocamos al juego "reconozca el éxito de los '90".

-Rosario, pese a ciertos resquemores que siempre me generó su construcción estilística, es un ciudad bella. Y se parece lo suficiente a Buenos Aires como para que un grupo de "porteñas recalcitrantes" se hayan sentido a gusto en ella. Con la ventaja adicional de sentarse a leer al sol a orillas de un río marrón que no hiede y de encontrar a cada paso una explosión de flores de jacarandá. (El hecho de haber encontrado el primer día el bar correcto con un mozo amigo contribuyó con un plus a la calificación).

-En una clara muestra de convivencia ejemplar mi grupete departió en un delicado equilibrio entre lo académico, lo turístico, lo cultural y lo recreativo. Reforzamos la vigencia de la afinidad estilística y la existencia de "problemitas" comunes (extendidos incluso, brevemente, a un dúo incorporado ah hoc). Cuando el viaje adquirió definitivamente su cariz "vacacional" terminó de convertirse en una experiencia "redonda": city tour, mateada en el Parque España, cena mexicana con sus respectivos Margaritas en una especie de Hard Rock pero con onda con el excelente nombre de "Rock&Feller", lectura de diarios del domingo tiradas al sol en la ribera contigua al monumento a la bandera... Para decirlo claramente, la pasé bárbaro. Mucho mejor de lo que había esperado. Me reí como hacía tiempo no lo hacía. Descansé, me cansé, disfruté en grande. Eso resignificó totalmente el valor de esta experiencia.

-Fue verdaderamente un viaje de egresados. Una experiencia bisagra. Un punto alto en el vínculo con un grupo (¡que no se corte en Buenos Aires! cuac!); el valor de un nuevo reencuentro con otros (¡ay, los mails que mandan las amigas!); el cierre de un etapa; el inicio de otra. Un verdadero cambio de aire; una inyección de ánimo para empezar a pensar en el primer día del resto de mis vidas.

3 comentarios:

Cinzcéu dijo...

Comentaría tanto que no sé qué comentar. Como "en Borges está *T-O-D-O*" (¿qué es esa onda marquesina "TODO POR DOS PESOS"?) cito a Borges que no viene al caso pero también, siempre: "Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme". Rosario siempre estuvo cerca pero al Norte de Rivadavia. Saludos.

Cinzcéu dijo...

Se me olvidó prestar mi conformidad para la utilización de la expresión "Hasta la Victoria Welby" siempre que dicho uso no tuviere como objeto la comisión de ilícitos o la obtención de lucro (o sí, pero entonces haríamos un contrato comercial). Saludos.

Isa dijo...

Gracias, Cinzcéu. Cuando entremos a producir masivamente volvemos a negociar... (Pero me late que no debe haber un target muy amplio para el susodicho pin...)

Rosario ha quedado más allá de cualquier punto cardinal.