Dígame Licenciada, un balance

En los cuatro años transcurridos desde Diciembre de 2003 (cuando terminé de cursar) hasta Diciembre de 2007 (cuando logré presentar mi Tesis) cambiaron muchas cosas y en el medio también cambié yo. Hoy, cuando pienso en un balance, encuentro que el saldo es positivo. Sé que mis opiniones últimamente son algo volubles (algo boludas también, claro) pero creo que por fin puedo terminar un año dando por terminado un ciclo. Es hora, entonces, de ponerle punto final a esta telenovela y volver a un registro un poco menos “Querido Blog”.

Había empezado a hacer un recuento pormenorizado de varios avatares a lo largo de la carrera, pero me los quedo para mí (pertenecen a otro dispositivo, mi diario en Word). Vamos a decir sintéticamente que aprendí mucho en estos diez años (Diez años, ¡dios de dios!), leí mucho, discutí mucho, me di cuenta de que en realidad aprendí, leí y sé bastante poco y que me interesa remediarlo, pero sobre todo conocí mucha, mucha, muchísima gente valiosa, tuve buenos maestros, mentores, compañeros, “relaciones de reciprocidad”, incluso amigos. Amigo es una palabra complicada, a veces se usa a mansalva y pierde parte de su sentido. En estos años también aprendí que sirve para describir un espectro muy amplio de relaciones y que está bien que así sea. Pero también descubrí lo que es tener Amigas, así con mayúsculas. Siempre fui muy sociable, pese a lo que puede sugerir mi condición de nerd (o de ñoña, como me gusta decir últimamente) siempre tuve muchos amigos. Pero nunca pensé que alguna vez me iba a encontrar contando con tremendo grupo de Amigas. Personas tan condenadamente especiales, cada una a su manera.

Ya conté que creo en el karma, que cada vez que me pasa algo “malo” suelo decir medio en serio, medio en broma, que en otra vida no puedo haber sido menos que Lucrecia Borgia. Otras veces, no puedo dejar de pensar que algo debo estar haciendo bien para estar tan bien rodeada.

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