Ya era bastante patético ir dejando un caminito de migajas de la propia “excepcionalidad” (y dios de dios, qué poco excepcionales somos las mujeres de este sector), esperando un elegido que lograra seguirlo exitosamente sin caer en garras de alguna bruja (que siempre se parece más a alguna de las hermanas Halliwell que a las Whicked sisters (si alguien todavía duda de que Shakespeare era puto*, basta este botón para rastrear su opinión del “segundo sexo”)**.
Ya era bastante patético, decía. Ahora, construir todo un blog al respecto me parece extremadamente sintomático. Un síntoma de la decadencia de la especie, claro. Y no precisamente por los blogs en sí o sus autoras, sino más bien por las cándidas lectoras y sus empáticos comentarios.
Hace tiempo (y en otro blog) me reía por no llorar de las mujeres que le dejaban consejos a la “autora” del blog de Sedal Verano Intense (una clarísima acción de marketing pero con impecable verosímil para su target).
Estos nuevos blogs llevan las cosas todavía más allá: cargan el efecto verosimilizador ya no en el formato blog sino en la constitución de un perfil “perdedoramente cool”. Esos motivos de la depresión del domingo comiendo pizza fría y maní con chocolate viendo comedias románticas en dvd, esas menciones al “suplicio” de la depilación o la dificultad para conseguir “ese vestidito en tu talle” o de la relación patológica con mamá impactan por su efecto de “realidad”. El problema es que cumplen al 150% la expectativa del verosímil social y por eso, en una lectura apenas más atenta, se le ven todas las costuras.
Los dos casos paradigmáticos son bien distintos pero funcionan en espejo: las dos son periodistas de treintaypico con una prolija construcción de “torpe, traste, testaruda”***, pero con una diferencia fundamental: una se presenta con seudónimo, la otra pone su foto y su nombre real. Cada blog por separado construye este aparente efecto- verdad. Los dos juntos retroalimentan su efecto-prefabricado. La verdad del anonimato y la de la mención de responsabilidad. La mentira del relato y la trama y la de las ínfulas del estilo “escritora maldita”. Para mi gusto, hay más verdad en sus mentiras que en su torpe construcción de realidad.
Creo que la mayor incomodidad reside en que ninguna de las narradoras es una adolescente contrariada que adeuda “Oraciones subordinadas” y “Ortografía elemental II”. No, no. El problema parece ser justamente ese. Son blogs aceptablemente escritos que no soportan una tirada de 25 ejemplares en un formato plenamente de ficción. El halo de misterio e intriga que le otorga su coqueteo con la “realidad” parecen estar detrás de la fascinación. “Oh, mirá, esha es brishante como sho y también está sola”.
Mi amiga R. sostiene que algunas cosas son tan feas que son lindas. Este es un caso similar. Estas chicas son tan extraordinarias e inteligentes que les sale estupendamente ser tremendas idiotas.
Entre tanta verdad, lo verdaderamente increíble es que este fenómeno tiene su reverso masculino. Tenemos en esta esquina un muchacho escritor que publica con seudónimo pero que aporta todos los datos para conectar su yo virtual con un señor real que edita libros y se saca absurdas fotos grupales en un importante suplemento cultural. Él no tiene sueldo en dólares, es cierto, pero es inteligente, sensible, se enorgullece de sus ojos verdes, sus valores gallardos y su handicap para coger****. Lo rescato porque me permite reivindicar un poco al género (al gender, pero también al genre). Resulta que no es que las mujeres somos boludas, ¡es un gesto de comunión con la idiotez de nuestra generación!
“El problema no es que mientas, el problema es que te creo”, dice un célebre pensador contemporáneo. Quizá algo de eso anda pululando por aquí. Algo está sucediendo con el pacto ficcional por delante de nuestras narices mientras estamos demasiado ocupados leyendo blogs.
*Ay, sí, las chicas de hoy somos políticamente incorrectas, ¿no es fenomenal?
**Miren, miren, soy re interesante, cito cuentos populares, series de Sony, el argumento de Macbeth y a Simone de Beauvoir en el mismo párrafo. ¡Conmovedor!
*** Uy, otra vez. No es mi culpa, ¡es la posmodernidad!
**** Véase *.
3 comentarios:
Algo está pasando con el pacto ficcional pero convengamos que hay pactos más sinceros y pactos más tramposos. Una cosa es ver a Andrea del Boca actuando de Antonella o de María y otra actuando de Andrea del Boca. Si un gran diario argentino abre una serie de blogs albergados en su propio sitio y suscriptos por sus periodistas, no se está proponiendo ficción alguna. Uno tiende a creer que esa pobre chica se quiere casar, del mismo modo que tiende a creer que Jorge fuma a cuatro manos o que Mónica y César viven en San Pedro. Claro que la decadencia de la especie y la idiotez transgenérica (de gender y de genre) son rotundos hechos probados por la ciencia. Pero el lector medio suele ser poco o nada analítico y no va a andar desmontando verosímiles ni observando costuras, tareas que, como se sabe, no conducen a la felicidad.
Ahora bien, el retrato de la señorita de anteojos que encabeza este blog, ¿entonces no es de Isa?, ¿o Isa no es la autora?, ¿o bien todo es mentira?
¡Qué problema con esto de los pactos (seguro que la culpa es de internet)!
Excelente artículo.
Un beso.
Cinzcéu: un mismo pacto sostiene el desplazamiento metafórico entre esa señorita de anteojos e Isa y entre Isa y yo, y aquel viejo desplazamiento metonímico entre usted, usted y "usted".
Internet tiene la culpa de todo, últimamente. Ya lo hemos comprobado "usted" y yo recientemente en cierto espacio de aparente existencia "real", recordará usted (o usted).
Isa, muy bueno tu artículo, muy bien escrito, y muy buenas observaciones.
Te cuento que hace poco he caído en la cuenta de que soy una estúpida más que se sumó a la ola de mujeres solas que escupen sus sentimientos en un bló. Lo empecé a escribir por pura catarsis, ya que estoy saliendo de una relación de cuatroaños con un psicópata. Buscando por internet alguna ayuda psicológica, encontré el sitio del doctor Marietán, el que además de informarme me permitía hacer consultas vía e-mail. En ese simple hecho, encontré el anclaje del comienzo de mi liberación. Sé que todo esto te debe parecer idiota, y tal vez lo sea. No sé cómo caí en esto del Club de las Solteras, no sé, algo recontramanoseado, recontratrillado.
Sé que no escribo muy bien, pero también sé que esos tópicos y recursos ficcionales que usan en los famosos blogs de los que hablás, en mi vida no son tan tópico. O yo he perdido completamente la capacidad de distinguir la realidad o nunca la tuve.
Saludos. Si te querés reir pasá por mi blog.
Publicar un comentario